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Las madres de los soñadores; lucharán porque sus hijos no sean deportados

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Arlington (VA), 24 ene (ELINFORMADORUSA/EFEUSA).- Las madres del grupo de jóvenes indocumentados que llegaron a Estados Unidos de niños, conocidos como «dreamers» («soñadores»), lucharán porque sus hijos no sean deportados ante la temida política migratoria del nuevo presidente, Donald Trump.
Lo que más preocupa a estas madres y activistas, según dijeron hoy en rueda de prensa, es que Trump cumpla su promesa de derogar el programa de Acción Diferida (DACA) promulgado por decreto en 2012 por Obama y que ha servido para frenar la deportación de 750.000 jóvenes indocumentados «soñadores».
El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, aseguró hoy en la primera rueda de prensa del nuevo gobierno que el presidente Trump no tiene como «prioridad» deportar a los «dreamers».
Sin embargo, el senador Jeff Sessions, nominado por Trump para ser su fiscal general, y conocido por sus duras posturas en inmigración, dijo el pasado 10 de enero en su sesión de control en el Senado para su confirmación, que apoyaría acabar con el progra,a DACA, un plan que llamó «amnistía masiva» y cuya constitucionalidad consideró «muy cuestionable», en línea de la promesa electoral del nuevo presidente.
Ante la incertidumbre de si estos jóvenes, que han crecido en este país y que ahora trabajan y estudian gracias al programa decretado por el anterior presiente Barack Obama, puedan ser objeto de estas medidas, sus madres afirmaron que «no se quedarían con los brazos cruzados» y que para ello recurrirán a la movilización «más activa que nunca».
La fundadora de la organización «Madres de Soñadores en Acción» (DREAMer Mothers in Action), Lenka Mendoza-Larcoy, que también es madre de dos «dreamers» ya adultos, aseguró que ahora es su turno para proteger lo que sus hijos habían conseguido con su lucha por el DACA.
«No nos vamos a rendir ahora a pesar de la retórica de odio y del peligro que corren las políticas migratorias. Seguiremos firmes para continuar soñando con nuestros hijos», añadió la activista en declaraciones a Efe.
Mendoza-Larco, que llegó a EE.UU. en el año 2000 desde Perú con un hijo de 2 años y con otro de 4 y que desde hace 10 años tiene una hija nacida en el país y con nacionalidad estadounidense, está dispuesta a iniciar otra huelga de hambre, como la que llevó a cabo en 2014 frente a la Casa Blanca, para que su familia no se sea separada.
Su hija, Fiorella, también defendió el derecho de sus hermanos y de sus amigos y compañeros de clase a seguir con sus vidas en su país y a que no les separen de ella.
«Ni mis hermanos ni otros niños de mi edad tienen el privilegio, que yo sí que tengo, de contar con papeles, pero yo quiero luchar por ellos y hacer un llamamiento al corazón de Trump», añadió la niña.
María Lira, otra madre de un «dreamer» de Houston (Texas), acusó de ser un «monstruo» al que quiera aplastar los sueños de jóvenes que, aunque no tengan los papeles migratorios en regla, se sienten estadounidenses.
Por su parte, la presidenta de la Coalición de Virginia para los Derechos de los Inmigrantes (VACIR), Leni González, aseguró a Efe la importancia de mantener el programa DACA es fundamental porque su suspensión supondría 500.000 millones de dólares en pérdidas, dijo, porque los jóvenes soñadores dejarían de contribuir a la sociedad norteamericana.
González también pidió una reforma migratoria integral para que los «dreamers» y los indocumentados se conviertan en ciudadanos con pasaporte y dejen de ser personas «de segunda» clase que viven una situación «angustiosa y estresante».

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