Detroit (MI), 5 nov (ELINFORMADORUSA/EFE News).-
Remontada final, ruedas de prensa de madrugada, tensión en el centro de recuento de votos, concentraciones callejeras, demandas judiciales: las últimas 24 horas en Michigan han sido un montaña rusa reflejo de las excepcionales elecciones entre el actual presidente, el republicano Donald Trump, y su rival demócrata, Joe Biden.
Todo comenzó con la escasa normalidad que supone celebrar unos comicios en medio de una pandemia global.
La jornada electoral había discurrido sin incidentes y al cierre de las urnas en Michigan el martes a las 8 de la noche hora local, se conocían los primeros resultados, que mostraban una amplia ventaja inicial de Trump.
Se auguraba así una batalla más reñida que lo esperado, puesto que Biden había llegado a la jornada de votación con ventaja en las encuestas.
Poco después de la medianoche, la secretaria de Estado, Jocelyn Benson, comparecía en rueda de prensa en Detroit, la mayor ciudad del estado, para pedir «paciencia». Señaló, además, que probablemente no habría resultado definitivo hasta «las próximas 24 horas».
Con ello, los niveles de inquietud comenzaron a dispararse.
AVALANCHA DE PARTICIPACIÓN
Benson citó como causa de la demora la avalancha de votos por correo y la participación récord, con más de 5 millones de votos.
En el pabellón de convenciones TCF, en el centro de Detroit, los funcionarios trabajaban toda la noche, por turnos consecutivos de 8 horas, con el objetivo de acelerar el proceso y reducir la incertidumbre.
Con el avance del escrutinio, la ventaja de Trump se iba reduciendo lenta pero progresivamente.
Consciente del cambio de tendencia, el mandatario compareció a las 3 de la madrugada desde la Casa Blanca para denunciar «fraude» y el «robo» de las elecciones, algo insólito ya que no se había culminado el conteo de los votos.
«Mágicamente, nuestra ventaja en varios estados clave, como Michigan, comenzó a desaparecer», aseguró Trump en una intervención en la que llegó a afirmar, sin prueba alguna, que había logrado una «gran victoria».
En juego estaban los 16 votos electorales de Michigan, y lo que era más importante, la reconstrucción del simbólico muro azul (demócrata) en el cinturón industrial del Medio Oeste, que había sido quebrado por Trump en 2016.
Cada hora que pasaba la ventaja de Trump se estrechaba aún más, y a primera hora del miércoles, Biden adelantaba al republicano.
El demócrata, más cauto, ofreció una breve declaración de apenas diez minutos desde Wilmington (Delaware), donde reside, en la que se mostraba «optimista» pero reconocía que el recuento de votos iba a prolongarse más de lo previsto.
La campaña de Trump decidió dar un golpe de efecto.
A media mañana del miércoles, su jefe de campaña Bill Stepien anunciada la presentación de una demanda en Michigan, así como en Pennsylvania, para parar el escrutinio de votos, por considerar que sus observadores no habían tenido el acceso debido al lugar donde se está realizando.
En el centro de convenciones de Detroit, las emociones también comenzaban a desatarse y la policía tuvo que intervenir para sacar del recinto a interventores republicanos tras haber alcanzado su límite de efectivos, mientras estos cargaban contra «la falta de transparencia».
CONTEMOS TODOS LOS VOTOS
A la par, en determinados sectores de la ciudad comenzaron a organizarse pequeños puntos de protesta, como en Ferndale, una zona del área metropolitana del norte de Detroit, donde docenas de manifestantes se concentraron en un concurrido cruce con pancartas con el lema «Contemos todos los votos» y banderas estadounidenses.
Ferndale es una localidad en el condado de Oakland de marcado carácter progresista y mayoría demócrata que contrasta con los condados del oeste de Michigan, más rurales y donde Trump cuenta con su principal caladero de votos.
«Sabemos que en la democracia que tenemos todos los votos cuentan, y vamos a seguir hasta que todos los votos sean contados», recalcó a Efe Joyce Peralta, una de las coordinadoras del evento, a la vez que los coches hacían sonar con estruendo las bocinas a modo de respaldo.
«Los candidatos no deciden cuándo se termina una elección, son los funcionarios electorales quienes lo hacen -subrayó-. Y no se para de contar porque un partido o el otro vaya por delante en el escrutinio. Así es como funciona la democracia».
La conversación se interrumpió por el grito de otras compañeras, que se acercaron agitando el teléfono.
Se colocó las gafas y miró con atención la pantalla: varias cadenas de televisión estadounidense coincidían en otorgar la victoria en Michigan a Biden, por apenas 60.000 votos, casi 24 horas después del cierre de los centros electorales.
Con un suspiro, Peralta alzó tímidamente los brazos en señal de satisfacción.