Opinión por Héctor Loya
Cuando hablamos de jóvenes, hablamos de un mundo de ideas, gustos, formas de pensar, que muchas de las veces no entendemos, hasta dentro de los propios jóvenes, pero lamentablemente existe muchísimo talento en diferentes ramas que en ocasiones no se conoce.
Parte de comprender a nuestra juventud, recae en no cerrarnos a la idea de un solo gusto o cultura, pues es de suma importancia el saber en qué áreas se desenvuelven, escuchar lo que les hace falta y así lograr generar proyectos, actividades, eventos o políticas públicas que beneficien a este sector de la sociedad.
En la actualidad uno de los principales problemas que enfrenta la juventud es la violencia, y en base a esto la prevención de la violencia juvenil requiere un enfoque integral que aborde los determinantes sociales de dicha violencia, tales como el tráfico de armas y la falta de valores en el hogar, así como políticas por parte del gobierno.
Lamentablemente la violencia juvenil cuesta la vida de miles de jóvenes. Los homicidios son una de las principales causas de muerte entre los jóvenes, especialmente los hombres y niños jóvenes de 15 a 24 años.
Si los funcionarios públicos no fueran únicamente por lo que les tocó a ellos, jamás podremos evolucionar ni empatar con el día a día de los jóvenes.
La esencia de un servidor público es ver cómo todo su nicho de la sociedad tenga un espacio, que cada joven sepa que siempre va a contar con alguien que realmente vele por su bienestar y que lo escuche, pues conociendo las historias de cada uno y sus necesidades, es cómo podemos seguir trabajando para que el entorno mejore para todos.
El obtener un gracias por parte de algún joven, es la mayor satisfacción que nos podemos llevar, el ver a los padres de familia felices porque sus hijos tienen un lugar seguro donde convivir con otros, libre de violencia y adicciones, donde realmente se sienten felices y dispuestos a seguir nutriendo su vida de momentos bonitos.