
En un gesto que parece sacado de un cuento, vecinos de todas las edades en Chelsea, una pequeña comunidad en Michigan, se unieron para lograr algo extraordinario: trasladar más de 9 mil libros a mano, formando una cadena humana que se extendía a lo largo de una cuadra.
La escena fue tan emotiva como práctica. Este domingo, cerca de 300 personas se alinearon en dos filas sobre la acera del centro del pueblo y comenzaron a pasar libro por libro desde la antigua ubicación de Serendipity Books hasta su nuevo hogar, una cuadra más allá, en la esquina de Main Street.
“Fue una forma eficiente de mudarlos, pero también se convirtió en una fiesta comunitaria”, dijo Michelle Tuplin, la dueña de la librería desde 2017. “Mientras pasaban los libros, la gente comentaba cosas como ‘no he leído este’ o ‘¡este es buenísimo!’… Fue mágico. Todo el pueblo hablaba de ello.”
En menos de dos horas, los voluntarios no solo trasladaron los 9,100 títulos, sino que los acomodaron alfabéticamente en los nuevos estantes. Un trabajo que hubiese tomado mucho más tiempo —y dinero— si se hubiera contratado una empresa de mudanzas.
La nueva sede de Serendipity Books abrirá en un par de semanas, pero el corazón de la librería —su gente— ya hizo historia.
Desde 1997, esta librería independiente ha sido parte del alma de Chelsea, una localidad de poco más de 5,300 habitantes ubicada a 95 kilómetros al oeste de Detroit. Y esta hazaña confirma lo que muchos ya sabían: aquí, los vecinos aún se ayudan entre sí.
“Crecí aquí y te aseguro que en cualquier lugar al que vayas, alguien te va a saludar por tu nombre o preguntarte cómo va tu día”, compartió Kaci Friss, de 32 años, empleada de la librería. “Lo del domingo me recordó lo especial que es esta comunidad.”
Chelsea no solo trasladó libros. Trasladó historias, recuerdos, y demostró el verdadero poder de la unión vecinal.