Chicago, 22 sep (ELINFORMADORUSA/EFEUSA).- Varios manifestantes partieron el dia sabado desde Chicago hasta el poblado de Bartlett, Illinois, para exigir el cierre de un centro detención para menores inmigrantes, un trayecto de 80 kilómetros que les tomariá dos días.
El reverendo José Landaverde, quien encabeza esta protesta, dijo a Efe que en Bartlett, al oeste de Chicago, se encuentran detenidos 50 niños centroamericanos que fueron separados de sus padres inmigrantes, en el centro Maryville Academy, operado conjuntamente por la empresa Heartland Alliance y la Arquidiócesis de Chicago.
Landaverde y otros activistas llamaron hoy antes de partir a que se cierre el centro, que tiene un contrato con el Departamento (federal) de Seguridad Interna (DHS, en inglés) y la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE) para mantener a los niños detenidos sin sus padres.
Los activistas dijeron que llegarán a Bartlett el domingo por la mañana y después de una protesta allí, marcharán al poblado de Desplaines, donde Heartland Alliance y la propia entidad católica operan otro centro similar con cerca de un centenar de niños inmigrantes.
«Demandamos el cierre total de esos centros y el retorno de los niños a sus padres,» señaló Landaverde a Efe.
El religioso dijo ante varios medios de comunicación que esos centros no se pueden considerar albergues, porque los niños fueron traídos a este país por sus padres y ahora están en calidad de detenidos, bajo la política de «cero tolerancia» del Presidente Donald Trump.
«Está muy claro que estos no son albergues como los llaman; son prisiones», destacó el religioso de la iglesia anglicana.
Junto al grupo marcha Leanor Stewart, una residente del barrio Rogers Park, en Chicago, donde existe otro centro de detención para niños separados de sus padres inmigrantes.
«No sabía que ese centro estaba ahí hasta que los manifestantes me dieron la información», dijo Stewart. «EL lugar es muy secreto, no hay ningún letrero afuera y les toco (la puerta) y nadie me contesta», afirmó.
Stewart marchará los 80 kilómetros en dos días.
«Me pone nerviosa, nosotros debemos saber lo que está en nuestra comunidad. Hablé con otros vecinos y ellos tampoco saben nada», agregó.
Mochila al hombro y pancarta en manos, Juan González, de 35 años y trabajador de la construcción, dijo a Efe que su razón para marchar es «que los niños sepan que no están solos, y para que exista respeto por sus derechos humanos».