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Es difícil asumir que haya una guerra en estos tiempos porque una o varias personas quieran abusar de su poder en contra de la inmensa mayoría de la humanidad.
Traen consigo muertos, familias separadas, pobreza, millones de desplazados y consecuencias económicas que nos afectan a todos.
Solo basta con recordar las guerras pasadas y ver los estragos que estas dejó como para que en tiempos actuales continúen los conflictos de este tipo y solo por capricho de los gobiernos.
Y los estragos no solo son en los edificios, las calles y la infraestructura también es en la gente, en el rostro de estos mismos porque basta para verlos a poco más de un mes para notar su cansancio por la falta de sueño o el estrés que esta genera.
Hace unos días la cadena AFP mostró unas imágenes del presidente de Ucrania del antes y el después de su rostro en la guerra y el resultado es evidente, notorio y alarmante.
Un rostro que al igual que otros ucranianos, cansado, ojeroso y arrugado por el estrés que se vive a diario.
Pero el problema no solo es para Ucrania, también Rusia está pagando las consecuencias ya que con los bloqueos los precios han aumentado considerablemente y la ciudadanía está pagando por ellos. La economía es la principal afectada y su pueblo lo está viviendo.
Ya más de un mes, sin acuerdo alguno, con algunas negociaciones, pero sin concilio, y aún con un largo camino por recorrer para reconstruir la paz y lograr estabilizar la economía, la tranquilidad y el bienestar social.