Editorial por Luis Molina
Hoy quiero hablar de mi país de origen, mi México querido que dejé hace varios años para venir a trabajar en los Estados Unidos, me da mucha tristeza ver como poco a poco se convierte en un país violento e inseguro para vivir.
Aún recuerdo mi niñez y mi juventud, las cosas eran totalmente diferente donde los casos de mujeres asesinadas eran aislados, el secuestro ni se escuchaba nada y todo mundo podía andar en las calles a altas horas de la noche sin ningún temor.
Hoy día el sistema de México está podrido, necesitan leyes duras casi debería ser como en los tiempos que Dios le dio a la ley a la nación de Israel, diente por diente, ojo por ojo, osea las personas que asesinan deberían ser merecedoras de la pena de muerte como lo existe en Texas.
Las mujeres jovencitas hoy día ya no pueden salir a las calles en México solas, están privadas de su libertad y eso sigue en aumento y eso hasta los ciegos lo miran solo el único que no lo mira es el gobierno tratando de ocultar lo podrido que está país.
Estos últimos años la inseguridad ha crecido a tal grado que el gobierno ya no puede con tanto acontecimiento, tristemente la desaparición de mujeres es tan grande que la estadística nacional para el país azteca es de 6 mujeres desaparecidas por día.
Realmente una cifra muy alta, una cifra que da pavor, muchas de ellas o aparecen muertas o simplemente nunca son encontradas, porque México no se caracteriza precisamente por su buen sistema de justicia, abrazos y no balazos por no decirlo.
En fin, es imposible que las mujeres no salgan a las escuelas, que no salgan a los trabajos, que no salgan a divertirse, y es ahí donde las malas intenciones de hombres actúan y suceden las desgracias.
Tristemente las autoridades en México no tienen la capacidad de brindar esa seguridad, los policías se caracterizan por ser corruptos en su mayoría y brillan por eso en vez de brillar por hacer justicia.
Lo único que nos queda es aprender de esto y saber que las cosas no están seguras para las mujeres, es mejor que se cuiden las espaldas, que no salgan solas, que no se expongan en fiestas y no anden en la noche, que si se sienten acosadas y perseguidas busquen ayuda, si ellas no se cuidan nadie lo hará. Como padres también debemos cuidar y guiar sus pasos para que cuando salgan de casa vuelvan de manera segura y sin el temor de ser raptadas o asesinadas.