Opinión por Héctor Loya
Los teléfonos inteligentes fueron alguna vez lo mejor que le pudo pasar a la humanidad, en los casi 15 años que han pasado desde que debutó el iPhone, los teléfonos inteligentes han englobado casi cualquier otro dispositivo y han alterado cada negocio, desde las noticias hasta las ventas minoristas, los taxis, la televisión, y terminaron por cambiar todo acerca de cómo entendemos los medios, la política y la realidad misma, siendo hoy en día una necesidad básica.
Porque si vas por la calle desde niños, jóvenes adultos y ancianos manejan estos dispositivos móviles.
Pero ahora que los teléfonos inteligentes han alcanzado el dominio, la revolución de nuevo está en el aire, una adicción que nos hace daño.
Las pantallas son insaciables. A nivel cognitivo, son vampiros voraces de tu atención y en cuanto ves uno prácticamente estás perdido.
Hay estudios que lo demuestran, según Adrián Ward, un profesor de Mercadotecnia en la facultad de negocios de la Universidad de Texas, halló que la simple presencia de un teléfono inteligente al alcance de la vista puede reducir significativamente tu capacidad cognitiva.
Un celular es tan irresistible que, cuando lo ves, no puedes evitar gastar mucha energía mental valiosa intentando no verlo.
Entonces ¿Qué debemos hacer?, ¿De qué manera podemos acabar con nuestra febril adicción a las pantallas?
Primero, tendremos que intentar usar nuestros celulares con más conciencia, lo cual requiere una combinación de fuerza de voluntad y tecnología.
Además, la industria tecnológica tendrá que idear otras maneras menos envolventes de interactuar con el mundo digital para ayudarnos a resistirnos a los celulares.
Así que ya sabes, los celulares son muy buenos para ayudarnos a resolver la vida, pero también tienen su aspecto negativo, de ti depende usarlo con sabiduría o volverte un adicto y esclavo de él.