Opinión Por Héctor Loya
Lo que pasó la tarde y noche del martes 9 de agosto en ciudades como Guadalajara o Irapuato en donde sucedieron narcobloqueos y se realizaron múltiples balaceras y se quemaron múltiples tiendas Oxxos, farmacias y comercios realmente siguen siendo una vergüenza para el sistema de justicia mexicanas.
Realmente es frustrante ver como la delincuencia llega a tal grado y las autoridades siguen sin hacer nada.
Y es que tristemente la política de abrazos y balazos que inició desde que la 4T entró al poder solo ha causado que los delincuentes se les suban a los hombros a las autoridades.
Tristemente México es gobernado por la mafia, y no la mafia del poder como lo dice el cabecita de algodón, sino por la mafia que todos conocemos, esa mafia que está compuesta por grandes carteles del narcotráfico y que controla a su antojo la supuesta seguridad de las ciudades y que cuando se les antoja causan desastres como el de esos días sin que nadie pueda frenarlos porque les da miedo.
Y es muy entendible porque para mala fortuna a veces los delincuentes están mejor armados que los policías municipales, y de la guardia nacional pues ni hablamos porque solo aparecen cuando quieren.
En lo particular me ha tocado ver cómo arrestan a personas ebrias o hacen uso de la fuerza con personas que andan en la calle, y ahí sí muy bravitos, pero ¿cuándo realmente se les necesita dónde están? Ahí ni se aparecen porque o les da miedo o están comprados.
El mal de México va a ser siempre la delincuencia y la corrupción porque, aunque nos hagamos de la vista gorda en muchos lugares tanto el gobierno como la delincuencia se mueven con los mismos hilos.
Y una política de abrazos y no balazos jamás va a funcionar.