Los Ángeles, 10 jun (ELINFORMADORUSA/EFE News).-
pesar de estar por años en su trabajo viendo a viajeros lidiar con su equipaje, empacando y desempacando, Victoria Galindo no ha logrado saber cómo meterá treinta y dos años de su vida en una maleta de 50 libras (22,7 kilos) para presentarse a una cita de deportación ante las autoridades de inmigración en California.“No tengo cabeza para esa maleta”, dice Galindo en entrevista telefónica con Efe este martes cuando le faltaban 40 horas para presentarse frente a las oficinas del Servicio de Inmigración y Ciudadanía (ICE) en Camarillo, en el estado de California, para ser deportada.“Me quedan pocas horas y siento como si me estuvieran ahorcando, quitándome la respiración de a pocos”, agrega la mexicana oriunda de Guerrero.LA EXPULSIÓN EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUSEsa sensación de que le están quitando la vida a Galindo no es una exageración, considera la abogada de inmigración Vanessa Frank.Y es que después de vivir por más de tres décadas en Estados Unidos con un «récord» limpio, ser madre de cuatro hijos, tres estadounidenses, estar pagando su casa y ser una trabajadora “esencial”, ICE encontró que la inmigrante no tiene méritos para quedarse en el país.
“Es un proceso discrecional del ICE. No culpo a los agentes, ellos están siguiendo una política establecida por el Gobierno Trump”, explica Frank.Galindo, de 48 años, llegó a esta encrucijada tras confiar en un notario público para que le arreglara su papeles hace casi 20 años. Al estar mal representada perdió todas las apelaciones de su caso, lo que culminó en una orden de deportación definitiva, y en un arresto en 2011 para expulsarla junto a su hija mayor.La migrante y su hija lograron recuperar la libertad gracias a una decisión discrecional de ICE de suspender temporalmente su expulsión del país, y desde ese entonces ha estado renovando un permiso anual que ICE le otorga para no expulsarla.Este 2020, Galindo envió sus documentos para que detuvieran por un año más su deportación unas semanas antes de que el coronavirus azotara al país. A mediados de mayo ICE envío su decisión.»BAG AND BAGGAGE”
Para su mala fortuna, la mexicana recibió la forma I-166, más conocidas como la carta «Bag and Baggage” (maleta y equipaje) exigiéndole que se presentara este 11 de junio en las instalaciones del ICE para ser deportada.La forma le pide que traiga su pasaporte u otros documentos de viaje, y le permite llevar una pieza de equipaje para transportar artículos personales hasta un máximo de 50 libras.“¿Cómo puedo empacar mi vida en una maleta? Eso es imposible”, advierte la mexicana.Tratando de evitar la expulsión de su cliente Frank ha tocado las puertas buscando apoyo de congresistas, senadores, y el público en general en la plataforma change.org bajo el nombre de “Essential Worker, Mother Facing Deportation”, que hasta este miércoles ha alcanzado más de 30.000 firmas.NO DEPORTEN A UNA TRABAJADORA “ESENCIAL”La abogada envió nuevamente una petición a ICE solicitando una nueva evaluación del caso de Galindo, advirtiendo que ella era una trabajadora «esencial».
“En febrero no había llegado el coronavirus entonces esa categoría no existía, pero Victoria (Galindo) se convirtió en una trabajadora esencial que está sirviendo a este país, por eso estamos pidiendo a ICE considere esto”, señala. Galindo trabaja desde hace cinco años en un hotel en el condado de Ventura. En abril pasado el hotel entró a ser parte del programa “Project Roomkey”, la primera iniciativa en la nación para asegurar habitaciones para proteger a las personas sin hogar de la COVID-19.
Al hotel han llegado veteranos sin hogar y decenas de personas que buscan refugio seguro ante la emergencia sanitaria. Hasta este martes Galindo todavía estaba trabajando.
Al ser cuestionada del porqué a un día de su expulsión del país sigue laborando, la inmigrante contesta que tiene la obligación de cumplir con su deber.LAS HABITACIONES PARA LLORARTambién dice que le ha servido como un poco de terapia. Al tiempo que limpia y cambia los tendidos de las camas puede llorar “mucho” mientras busca la respuesta de cómo podrá estar alejada de sus cuatro hijos, de 28, 25, 20 y 18 años.“Aunque estén grandes, mis hijos me necesitan”, advierte la mexicana, principal sustento de su casa.Frank destaca que en la búsqueda de apoyo la migrante ha conseguido un gran respaldo tanto de la comunidad como de legisladores, como la congresista demócrata Julia Brownley, quién ha llevado la lucha de la mexicana hasta Washington D.C.
TREINTA DÍAS MÁSEn medio de la entrevista con Efe y cuando Galindo estaba tratando de controlar su llanto, Frank interrumpió la conversación para decir que la legisladora demócrata tenía noticias.“Conseguimos treinta días más”, dijo emocionada Brownley en el teléfono, para agregar que la lucha aún no estaba perdida.Esta extensión le permitirá a la mexicana quedarse hasta el 11 de julio, fecha en la que la migrante, Frank y la legisladora esperan haber conseguido más apoyo y detener la deportación.
La maleta aún sigue abierta, esperando a que Galindo escoja de sus 32 años de vida en el país que puede empacar.
«Es una situación que no le deseo a nadie», afirma.