Editorial por Héctor Loya
Recientemente se dio a conocer la noticia de que en el estado de Michigan se está promoviendo una legislación para reducir los estándares legales DUI sobre el consumo de alcohol de un 0.08 a un 0.05 situación que encendió obviamente los focos rojos, ya que con un índice tan bajo como este solo bastara con una cerveza para ser considerado como estado de ebriedad.
Al hablar de este tema se genera una fuerte controversia y a la vez una polémica con dos posibles vertientes. Por un lado se toman en cuenta las intenciones bien encaminadas y orientadas a la sensibilización de que los accidentes provocados por conductores ebrios siguen siendo la principal causa de muerte en las carreteras, pero por otro lado existe la polémica de que muchas de las ciudades del estado son las principales productoras de alcohol de la región, situación que tiende a convertirse en algo irónico y más por el hecho de tratarse de una de las principales fuentes económicas de las ciudades y condados del estado.
Hablemos por ejemplo de Grand Rapids la cual es denominada como “la ciudad de la cerveza” bautizada así gracias a la gran cantidad de cerveza artesanal y local que se vende en sus establecimientos. La idea de rebajar a un índice tan bajo el consumo del alcohol se convierte en una idea muy satírica ya que por una parte se estaría beneficiando a la disminución de accidentes viales, pero en contraparte se estaría perjudicando a muchos de los comercios locales que se dedican a eso y afectar directamente su economía.
Cualquiera de ambos casos constituye una situación sumamente delicada porque como periódico estamos a favor de que existan menos accidentes viales, pero también estamos a favor de la economía local.
Aquí la respuesta a esta interrogante seria de dos formas, la primera es que los legisladores aprobaran leyes como está, pero dándole un enfoque menos estricto y a la vez funcional y la segunda que las personas que consumen alcohol se hagan responsables de sus actos y que consideren que el manejar en estado de ebriedad solo implica el hecho de poner en riesgo su vida y la de los demás.
Hace mucha falta fomentar en la ciudadanía los valores y el buen habito de la conducción y que cada uno de nosotros aportemos un granito de arena teniendo en cuenta que siempre debe ser más fuerte nuestra prudencia que nuestras ganas de beber, si cada quien asume su papel con responsabilidad se habrán de crear las oportunidades para divertirse bebiendo pero sin la necesidad de poner en riesgo la propia vida y la de los demás, todo esto con la finalidad de tener avenidas tranquilas, seguras y libres de accidentes a causa del alcoholismo.