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Debemos educar para la emergencia climática

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Opinión por Héctor Loya

Estamos conscientes de la realidad que se teje ante nuestros ojos, la grave crisis ambiental y de la urgencia mundial por un cambio radical.

Definir al enemigo es plantar cara a las contradicciones ¿Son los popotes ecológicos, botellas biodegradables, no ponernos desodorante o bañarnos en cinco minutos las soluciones más aventuradas que nos atrevemos a plantear? ¿Y quienes no tienen agua? ¿Y los que no cuentan con más botellas que el cuenco entre las manos? ¿Y los que huelen a pobreza, a fango, los que huelen a hambre? ¿Los que se bañan en los ríos o en las cloacas? Sólo dimensionando el tamaño del enemigo es posible diseñar estrategias para plantarle cara.

Una educación diferente se plantea en sus sentidos y principios desde abajo, sin miramientos morales; por ello pasar del discurso a la acción para incomodar con nuestra rebeldía es ser activos en nuestras propuestas, revistiéndolas de carácter popular y con significado de clase.

Ante la situación vivida, ¿cómo actuamos? La praxis no es una tarea tan sencilla, como trata de hacerlo ver el discurso oficialista, ni es una tarea para unos cuantos, sino una tarea de todos.

No son los pequeños cambios los que estructuran las transformaciones radicales, no basta con el ejercicio individual y pretencioso de suponer que “soy yo aquí” deteniendo el cambio climático; por el contrario, debemos partir de una base que encuentre en la praxis no un ejercicio teórico-académico que nos posicione como el estandarte ante la defensa de los derechos de todos, sino que la resistencia colectiva representa sentarse a decidir cuál es ese futuro mejor que esperamos.

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Es urgente dejar al mundo como ajeno y ser parte de él, impulsando un cambio cultural con el conocimiento científico y la técnica como eje transversal, con emotividad y actitud revolucionaria; sólo así podemos hablar de romper los paradigmas paralizantes.

Como colectivos, rescatemos los espacios públicos, nuestros campos y tierras, trabajemos para emanciparnos, de forma colectiva construyamos una nueva forma de pensar. El pensar en cuidar de nuestro planeta.