Denver (CO), 15 sep (ELINFORMADORUSA/EFE News).-
Aunque el número de suicidios en Idaho no ha variado este año respecto al año anterior, las autoridades de salud locales advirtieron este lunes sobre el creciente número de jóvenes adultos hispanos cometiendo suicidio o tratando de hacerlo en ese estado.
Idaho ocupa el quinto lugar en EstadosUnidos en cuanto a cantidad de suicidios por cada 100.000 personas y en febrero pasado, antes del inicio de la pandemia de COVID-19, la organización no lucrativa Crisis Text Line ubicó a Idaho y a los vecinos Utah y Nebraska entre los estados del país en que más de 45 % de la población padece problemas de salud mental.
Por eso, se esperaba que el impacto negativo de la COVID-19 en la vida y en la economía de las personas provocase un aumento significativo de los suicidios en Idaho durante 2020. Pero, según datos difundidos este lunes por el Departamento de Salud y Bienestar estatal, eso no sucedió.
De hecho, hasta el 31 de agosto se reportaron 248 suicidios en Idaho, comparados con 240 casos a la misma fecha de 2019 y lejos de la marca histórica de 280 casos en 2018.
Sin embargo, las características demográficas de quienes toman la trágica decisión de quitarse la vida han cambiado. Aunque a nivel estatal la cantidad de suicidios se mantiene estable, en zonas con fuerte presencia hispana, como la ciudad de Nampa (22 % de hispanos), los suicidios se han duplicado de 8 casos el año pasado a 16 este año.
En el condado Canyon, donde está Nampa, ya se registraron 22 suicidios, comparados con los 37 casos en todo 2019. Y en el adyacente condado Ada (donde está Boise, la capital estatal) ya hubo 52 suicidios contra 97 el año anterior.
Y según el reporte oficial, aunque no todas esas muertes involucran a hispanos, los latinos son ahora el grupo más proclive al suicidio debido a “aislamiento social, desempleo y grandes cambios” en su vida, aumentando así los problemas de salud mental y de ansiedad entre la población hispana.
La Línea de Prevención de Suicidio de Idaho no analiza si los casos se conectan directamente con la COVID-19, pero según su directora, Lee Flinn, “los efectos secundarios de la pandemia, como problemas financieros y pérdida de empleo, con frecuencia contribuyen a las causas del suicidio”.
Y, en el caso de los hispanos, a esos factores se suman dos elementos más: desempeñarse como trabajadores esenciales (y, por lo tanto, con mayor posibilidad de contagio) y ser el único responsable de cuidar a un adulto mayor o a una persona enferma. Aun peor, muchas de las personas a cargo de esas responsabilidades son jóvenes.
En junio pasado, los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) del Gobierno federal ya habían advertido que trabajadores esenciales y personas que cuidan sin compensación a adultos sufren de “un impacto más alto de condiciones adversas de salud mental y de conducta”.
En declaraciones a los medios locales, la alcaldesa de Nampa, Debbie Kling, reconoció que existe “un aumento en el índice de suicidios en la ciudad” y lamentó que “aún no se tiene un plan” para contrarrestar a esa situación. Kling consideró que el Comité Asesor de Salud, a cargo de responder a la pandemia, debería también responder a los suicidios.