Opinión por Héctor Loya
Muchas ocasiones pensamos que las problemáticas que vivimos diariamente son las únicas que existen, que nos preocupan cosas que al final se vuelven puntos insignificantes, pues afuera hay personas que no tienen qué comer, qué beber o un techo dónde vivir, que han pasado por situaciones que hasta la fecha no se han logrado resolver o quedan en el olvido.
El mundo se encuentra albergado por personas que trabajan todos los días por salir adelante, pero que se las han visto duras para lograr lo que han logrado hasta ahorita y que no se quedan conformes, pues siempre buscan la forma de cómo tener a su familia estable, bajo un techo de paz y conformidad; y aquí es donde debemos visualizar, el hecho de que, aunque contemos con oportunidades no significa que las vayamos a tener siempre o que por arte de magia van a llegar las cosas buenas.
Nos quedamos encerrados en una burbuja y una mentalidad de no querer aceptar o escuchar a los demás, de sentirnos superiores, cuando no es así, no por el hecho de que seas mujer, hombre, joven o adulto deben darse las cosas, sino que por meritocracia y esfuerzo se consiguen esas oportunidades de crecer; siempre vamos a necesitar la mano de otra persona para llegar a cumplir nuestros sueños, nadie llega a ningún lugar solo.
Debemos esforzarnos por tener una felicidad en la vida, o por lo menos estar lo más cerca de ella, pero comprender que muchas personas no lo logran por falta de apoyo, se quedan en el camino y está en nosotros voltearlos a ver, que cada cosa que aprendamos sea compartida, enseñarles a otros lo que me enseñaron algún día y que nos llevó a donde estamos, ser empáticos siempre.
Nuestra sociedad está llena de gente amorosa, comprensiva y, sobre todo, aguerrida, que nunca se deja vencer y siempre busca cómo apoyar al otro, aunque eso signifique dar el pan que tengo para comer ese día a una persona que lo necesita más que uno.
Hoy invito a los lectores de esta columna a que volteen a su alrededor, que señalen y exijan lo que hace falta para tener una vida plena, pero también el salir de la burbuja y comprender las distintas realidades en las que vivimos, que no todos tienen lo mismo que nosotros, que no todos han cumplido sus sueños, que hay muchos otros que necesitan el apoyo de nosotros para poder salir adelante.