Opinión por Héctor Loya
Como sea que se integre, la familia sigue siendo el núcleo básico de la sociedad, en la medida en que ella reproduce biológicamente a la especie humana, y en su espacio, se reproduce la identificación con el grupo social.
Y es que la familia va más allá de solo satisfacer las necesidades básicas del ser humano, tales como: alimentación, habitación, salud, protección, afecto y seguridad.
Es responsabilidad de ella transmitir a las nuevas generaciones: una lengua y formas de comunicación, conocimientos, costumbres, tradiciones, valores, sentimientos, normas de comportamiento y de relación con los demás, creencias y expectativas para el futuro.
Estos son elementos importantes que vinculan a una familia con la sociedad a la que pertenece.
Educar para la vida, es decir, formar a los integrantes de la familia de modo que sean capaces de desarrollarse productivamente como personas, como estudiantes o trabajadores, y como miembros de una comunidad, a lo largo de toda su vida.
Lamentablemente estos principios básicos que rigen la ética moratoria de la familia se han perdido y ha mutado a lo largo de esta época moderna en la que ya lo que solía ser un concepto ha cambiado dando un giro de 360 grados y lo que era ahora ya no es.
Lamentablemente vivimos en un mundo tan acelerado que ya se presta poca atención a estos detalles y con la inclusión de la televisión y las nuevas tecnologías en la vida de los niños la educación ha dejado de ser lo que era.
Al igual las familias nucleares están en peligro de extinción ya que no hay un esfuerzo rotundo por mantener los matrimonios y con los divorcios llegan los traumas y problemas psicológicos que afectan duramente a los niños.
La familia moderna está constituida de manera deficiente y no sobre cimientos y pilares firmes, y no lo es en todos, pero si en su mayoría, vemos con mucha frecuencia pleitos ante tribunales que no importa si se llevan o no entre los pies a los inocentes con tal de ganarle a la expareja.
La solución es sencilla antes de decidir formar una familia es importante conocer a la pareja, saber sus puntos buenos para también los malos y saber que esta es una decisión que no se toma a la ligera porque hay compromisos y acuerdos no solo ante la sociedad, sino que también con la persona y los hijos, así que mucho ojo.