Nueva York, 9 jun (ELINFORMADORUSA/EFE News).-
¿Qué supondría que eso se hiciera realidad? No está del todo claro. El lema abarca todo un espectro de propuestas, más o menos radicales. Por ahora, es una idea lo suficientemente amplia como para conseguir unir a miles y miles de manifestantes.
Algunos reclaman una reorientación de los recursos públicos, con menos dinero para las fuerzas de seguridad y más para la prevención a través de programas sociales, de educación o de lucha contra la pobreza. Otros, quieren ir mucho más allá y buscan el cierre de departamentos de Policía, para que sus funciones sean asumidas por otras agencias.
El concepto no es nuevo, pues grupos de activistas lo manejan desde hace años como la mejor respuesta a la violencia policial, pero tras la muerte con tintes racistas de George Floyd en Mineápolis (Minesota), se ha popularizado y hoy resuena con fuerza en las manifestaciones.
LAS REFORMAS NO SON SUFICIENTES
Detrás del movimiento está la creencia de que las reformas dentro de los cuerpos de Policía, en las que se ha centrado el debate durante los últimos años, no son suficientes.
“La única forma en la que vamos acabar con estos ciclos interminables de violencia policial es creando alternativas a la vigilancia policial. Porque incluso en una pandemia en la que los negros han muerto desproporcionadamente por el coronavirus, la Policía sigue matándonos”.
Así lo señalaban en un artículo de opinión en The New York Times Philip V. McHarris, un experto en asuntos raciales, y Thenjiwe McHarris, de la organización Movement for Black Lives.
Los autores recuerdan que llamar al 911 puede ser una “sentencia de muerte” para los afroamericanos y que, ante esa situación, muchas comunidades ya consideran que avisar a la Policía no es una opción en caso de emergencia.
“Más entrenamiento o más diversidad entre los agentes no va a terminar con la brutalidad policial, como tampoco lo va a hacer despedir o imputar a determinados agentes”, señalan, argumentando que precisamente el Departamento de Policía de Mineápolis, responsable de la muerte de Floyd, está considerado un ejemplo de este tipo de políticas.
Muchos activistas y manifestantes creen que recortar los generosos presupuestos de la Policía y hacer que los agentes se ocupen de responder a menos situaciones puede ser una solución, que además liberará fondos para programas sociales que reducen el crimen.
Otros invitan a “reimaginar” las fuerzas del orden y los más ambiciosos, directamente, a “abolir la Policía”.
¿UN FUTURO SIN POLICÍA?
Ese concepto, que para muchos suena a fantasía, puede no serlo tanto. Este domingo, la mayoría del concejo municipal de Mineápolis anunció su compromiso de desmantelar el Departamento de Policía de la ciudad.
La idea, aunque aún algo difusa, es que este cuerpo sea reemplazado por un modelo de seguridad pública basado en la comunidad, con trabajadores sociales, médicos y otros expertos encargados de responder a distintas situaciones que hasta ahora estaban en manos de los policías.
En las dos mayores ciudades de Estados Unidos los llamamientos a recortar fondos han tenido efecto en tan solo unos días. El alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti, anunció la pasada semana un recorte al presupuesto policial de 150 millones de dólares, que se destinarán a comunidades afroamericanas y latinas.
En Nueva York, su homólogo, Bill de Blasio, también adelantó su intención de quitar fondos al Departamento de Policía (NYPD, en inglés) y usarlos en programas para la juventud. También anunció que los agentes dejarán de ser los encargados de vigilar el comercio callejero, pasando la responsabilidad a una agencia civil.
Claramente, De Blasio no va a cerrar el NYPD, pero existe mucho margen para reducir un cuerpo que cuenta con 36.000 agentes y un presupuesto anual de unos 6.000 millones de dólares.
Los ingentes recursos con los que cuentan muchos departamentos de Policía estadounidenses han vuelto a hacerse evidentes durante las protestas, con gigantescos despliegues de agentes equipados con materiales de tipo militar, helicópteros y todo tipo de equipos.
ARMA ELECTORAL
El debate no ha tardado en ser aprovechado por el presidente estadounidense, Donald Trump, para cargar contra los demócratas y contra el que será su rival en las próximas elecciones, Joe Biden, al que ya acusa de querer minar a la Policía.
“Yo quiero unas fuerzas del orden buenas y bien pagados. ¡Yo quiero ley y orden!”, tuiteaba Trump este domingo, avanzando el que se perfila como uno de sus grandes lemas de cara a las presidenciales de noviembre.
Aunque algunos legisladores demócratas, sobre todo en el ámbito local y estatal, son favorables a limitar el rol de la Policía, Biden -que representa al bando centrista del partido- no ha dicho en ningún momento que quiera hacerlo y hasta ahora su apuesta pasa por mejorar la supervisión del trabajo de los agentes y continuar con reformas en el entrenamiento y las prácticas que utilizan.
El gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, otro demócrata moderado, fue muy claro este domingo, defendiendo el papel fundamental de la Policía y poniendo como argumento los saqueos vividos unos días antes en la Gran Manzana. “Eso es lo que pasa si no hay un trabajo de policía eficiente”, advirtió.