Opinión por Héctor Loya
En los últimos años, he visto una tendencia en los problemas graves de salud mental que afectan a nuestros hijos que se derivan de su uso de las redes sociales.
En aplicaciones como Instagram, nuestros niños están inundados constantemente con imágenes de personas con cuerpos “perfectos” poco realistas y panaceas dietéticas que pretenden solucionar todos los problemas de imagen corporal.
A su vez, los filtros en TikTok y Snapchat crean la sonrisa perfecta, la cintura más delgada o la piel más hermosa.
Se ha demostrado que estas plataformas de redes sociales tienen un efecto grave en la autoestima de nuestros hijos, lo que provoca tasas más altas de problemas de salud mental y trastornos alimentarios, todo esto sumado a los efectos negativos que los jóvenes enfrentaron durante la pandemia por perderse el aprendizaje y las interacciones en persona con sus amigos.
En la actualidad son muchos los padres que acuden al médico sabiendo que su hijo sufre de un peligroso trastorno alimentario o que le han hecho bullying en línea hasta el punto de la depresión.
Aquí está la verdad: es hora de que reconozcamos que el diseño de estas plataformas de redes sociales crea problemas que los padres más atentos o incluso los profesionales médicos no pueden solucionar.
Las aplicaciones de redes sociales están diseñadas como tal para maximizar la viralidad, la interacción y las ganancias. Nosotros podemos enseñar a nuestros hijos sobre los peligros que acechan en línea, pero lamentablemente si las plataformas continúan permitiendo que estas cosas se enconen dentro de sus redes, como padres seguiremos teniendo este problema.
Las propias empresas pueden hacer que sus productos sean más seguros para nuestros niños, pero como hemos visto una y otra vez, no están dispuestas a realizar ningún cambio que afecte sus cuentas, a menos que colectivamente exijamos que lo hagan.
Necesitamos tomar las medidas para asegurarnos de que el diseño de las plataformas de redes sociales proteja a nuestra juventud vulnerable.