Washington, 7 abr (ELINFORMADORUSA/EFE News).-
«Sólo uno de cada seis hispanos puede trabajar desde casa, comparado con uno de cada tres blancos», dijo a Efe Marie Mora, profesora de economía en la Universidad de Missouri. «Y en cuanto a los empresarios latinos, también ellos tienden a tener negocios pequeños, más vulnerables a la caída de ventas y menos capaces de obtener crédito».
Por su parte José Manuel Fernández, profesor de economía en la Universidad de Louisville, en Kentucky, detalló que los trabajadores latinos son el 30,4 % de la fuerza laboral en la construcción; el 27,1 % en restaurantes y otros servicios de comidas; y el 27 % en hoteles y bares.
«El 18 % de quienes proveen servicios para el cuidado de la salud en el hogar son hispanos», añadió, «Ellos están en la primera línea en la atención de enfermos y ancianos. Deberíamos prestar atención a que esta gente cuente con los equipos de protección personal adecuados».
Las pérdidas de empleo desde que a comienzos de marzo empezó a sentirse el impacto de la pandemia, muestran diferencias entre grupos étnicos y raciales, entre hombres y mujeres, y por edades, que han ido acentuándose mientras crece el número de casos confirmados de COVID-19,enfermedad causada por el coronavirus SARS-CoV-2, y la epidemia se extiende geográficamente.
El índice general de desempleo subió de 3,5 % en febrero al 4,4 % en marzo, pero entre los hispanos saltó de 4,4 % a 6 %, según el informe más reciente del Departamento de Trabajo. En las últimas dos semanas de marzo casi 10 millones de personas solicitaron el subsidio por desempleo.
Mora matizó que las cifras oficiales de solicitudes de subsidio por desempleo cuentan sólo a quienes son capaces de presentarlas y «muchos latinos que no tienen acceso a internet no pueden hacer esa solicitud».
«Los hispanos tienden a tener empleos de baja remuneración, y es más probable que las mujeres latinas tengan empleos en servicios como los hoteles y la limpieza. Ellas están muy afectadas», señaló Mora. «Los hombres, en cambio tienden a trabajar en la construcción o el mantenimiento de áreas verdes y jardines, que son labores al aire libre menos afectadas por el requisito del distanciamiento personal».
En este sentido, Fernández apuntó que «muchos latinos viven en áreas metropolitanas, en edificios de apartamentos, y tienden a estar en familias multigeneracionales donde quienes están expuestos al contagio no son sólo los cónyuges, sino los abuelos y los niños que viven en la misma casa».
«Los latinos tienen una mayor prevalencia de morbilidad y mortalidad, son más propensos que la población en general a sufrir diabetes y otras enfermedades crónicas y eso nos tiene preocupados», indicó Mónica García Pérez, profesora de economía en la Universidad St. Claude, en Minnesota.
«Esas son condiciones que pueden manejarse con tratamiento preventivo, pero muchos de estos trabajadores no tienen seguro médico, no tienen medios para concurrir a una consulta médica anual», añadió. «Y aún los que ya están tramitando la residencia están ahora bajo la sombra de ‘carga pública'».
El gobierno del presidente Donald Trump ha dispuesto que se pueda negar la residencia legal permanente en Estados Unidos a los inmigrantes que, por alguna razón, se conviertan en «carga pública» porque recurran a la asistencia gubernamental para la vivienda o la salud.
Por otro lado, los programas de socorro financiero recientemente aprobados por el Congreso y promulgados por Trump, que ascienden a más de 2,3 billones de dólares, excluyen a los inmigrantes indocumentados cuyo número se calcula entre 10 y 12 millones de personas, en su mayoría de origen latinoamericano.
Un estudio divulgado la semana pasada por el Pew Research Center, encontró que en el 49 % de hogares hispanos de Estados Unidos al menos uno de sus miembros ha visto una pérdida de sus ingresos o incluso ha sido despedido a causa del coronavirus.
En términos generales, más latinos señalan que en el hogar alguien ha experimentado «un recorte salarial o una reducción en las horas de trabajo» (27 % de la población general, 40 % en hispanos), que las que afirman que alguien fue «despedido o perdió un trabajo» (20 % general, 29 % hispanos).
Mark López, del Centro Pew, dijo a Efe otra consecuencia a observar será el impacto que esta pérdida de empleos y de ingreso tendrá en las remesas que los migrantes envían a sus países de origen, aunque ello dependerá del sector económico en el que trabajen.
«La agricultura y la construcción, por ejemplo, no han sido tan golpeados como los restaurantes y los hoteles», añadió. «Los mexicanos envían grandes remesas a sus familias, y en América Central las remesas de los migrantes llegan hasta el 10 % de la actividad económica en países como El Salvador».