Por Leandro Robles
La banda de la Universidad Grand Valley State sonaba en el Círculo Rosa Parks. Cientos de familias se dieron cita para disfrutar y celebrar esta noche del miércoles la ceremonia de apertura de ArtPrize. Más que ceremonia, se vivió un espíritu de fiesta allí. Niños en los hombros de sus padres, llenos de curiosidad y entusiasmo disfrutaron de la música y el entretenimiento. Las porristas también nos deleitaron con el arte de su danza a todos. Cantantes, música, luces y muchísimas personas, junto a una noche perfecta, fueron el marco impactante del inicio del concurso de arte más grande del planeta.
Empecé mi recorrido en la puerta del Centro de Visitantes en el Círculo Rosa Parks. Y me detuve a contemplar la cantidad de personas que nos visitan. En lo personal, eso es una de las cosas que más disfruto de estos días. La ciudad se transforma. Y es que el arte nos transforma. Una vez que nos maravillamos con algo, cada fibra de nuestro ser se altera. Vibra de un modo diferente y hace que ya no podamos ver o sentir del modo en que lo hacíamos antes. Puede pasar con alguna película, con alguna canción, con un atardecer o con algo que nos llegue en lo profundo.
Luego de abrirme camino entre tantas personas puede llegar a la esquina del hotel Grand Plaza y seguir mi ruta hacia el Centro de Convenciones de calle Monroe. Me detuvo una amiga que también disfrutaba de la apertura. Se llama Sonia. “Hace 10 años que tenemos nuestra tradición de recorrer la ciudad el día de apertura de ArtPrize. Es algo que nos gusta y disfrutamos mucho”. Se podía ver en los rostros de los cientos de personas en las calles. Se respiraba alegría, admiración y orgullo por doquier.
Dentro del Centro de Convenciones pude saludar a Eddie. Él hace 10 años que es el curador de ese sitio y organizó una recepción abierta para todo el público. Bocadillos y arte. ¡Qué cocktail tan placentero! Eddie no quiso revelarme su obra favorita de ese lugar. Caminé y caminé. Este año hay cosas muy interesantes debo advertirles.
Me llamó mucho la atención una obra que creo que se titula “La Cuerda que Nos Une”, en inglés. Se trata de una serie de fotografías exhibidas en uno de los corredores del piso superior. Hay dos filas de fotos llenas de color y brillo. La cámara se enfoca en una persona que sostiene la cuerda. Esa cuerda va de foto en foto. Cada persona está en un lugar diferente del mundo y cada persona es en sí muy diferente la una de la otra. Me hizo pensar y charlar con las personas a mi lado y preguntarme a mí acerca de todo lo que me une con todas las personas, especialmente con aquellas que no piensan como yo, o no se ven como yo. ¿Qué es lo que me une a aquellas personas con miradas, religiones y valores diferentes a los míos? Sí, estamos ante el poder transformador del arte. No se pierdan ArtPrize, hasta el 9 de octubre.