Opinión por Héctor Loya
Esta semana se vivió en la sierra tarahumara de México un acontecimiento violento que de nueva cuenta marcó a la ciudadanía, que de nueva cuenta nos da a entender que la política de abrazos y no balazos simplemente no está funcionando y que el gobierno debe poner mano dura contra los criminales.
Tal parece que los grupos delictivos no tienen límites y ya no respetan a nadie, ni a mujeres, ni niños y ahora tampoco a los servidores religiosos, ya que un supuesto líder de control en ese pueblo mató a dos sacerdotes que intentaron ayudar a otro sujeto al que quería asesinar.
No cabe duda que esto va de mal en peor, las cifras de asesinatos en México van creciendo cada vez más y que el gobierno simplemente se lave las manos con el tonto pretexto de los abrazos y no balazos está provocando que los delincuentes sigan haciendo de las suyas.
Incluso ante las declaraciones de AMLO sobre este atroz hecho él dijo que fue porque el pueblo así lo ha permitido que los dejan hacer lo que quiera y que desde muchos años los que controlan el punto son solapados por los mismos habitantes de la población y en eso tiene razón, pero no es excusa y justificación para que las autoridades no hagan lo suyo.
Qué clase de presidente dice eso, quien se lava las manos de esa manera, quien tacha de cobarde ese acto cuando con sus declaraciones actúa como un cobarde.
Pero que se puede esperar de los abrazos y no los balazos, en fin, como ya es noticia internacional lo más seguro es que en esta ocasión si se haga justicia, pero que pasa cuando no se hace, que pasa cuando la noticia no se hace viral, o no sale en los medios de comunicación, cuando asesinan a alguien y nadie se entera y las cosas siguen impunes.
Solo una cosa es clara y es que el gobierno mexicano debe redoblar esfuerzos, debe hacer lo suyo para proteger al pueblo porque si no se hace personas inocentes seguirán muriendo. México un país que es gobernado por la violencia y no por su presidente.