Denver (CO), 10 ene (ELINFORMADORUSA/EFEUSA).- Un salvadoreño que oficialmente ingresó al «santuario» en una iglesia de Colorado denunció las «injusticias» causadas por el cierre parcial del Gobierno federal y que le impidieron enterarse de que su caso había sido reabierto, presentarse en corte y pedir un retraso en su deportación.
«Los políticos, los gobernantes, los que no son inmigrantes deben tomar consciencia de la injusticia de que me deporten porque el correo no entregó una carta y porque las cortes están cerradas», dijo a Efe Miguel Ramírez Valiente, refugiado en la Iglesia Unitaria Universalista All Souls en Colorado Springs, 100 kilómetros al sur de Denver.
«Desde hace ocho años que inicié los trámites para regularizar mi situación. Siempre me presenté en todas las citas con las cortes. No tengo motivos para no presentarme. Me presento por mis hijos. Y luego no voy a una cita de la que yo no estaba informado, reabren mi caso sin decirme, y me quieren deportar. Es injusto», lamentó.
Valiente llegó a Estados Unidos en 2004 como indocumentado para escapar de lo que describió como una «situación violenta provocada por las pandillas». En su país natal, estudiaba jurisprudencia en la Universidad Tecnológica de El Salvador.
En 2011, conoció a su esposa, Alisha, ciudadana estadounidense, con quien tiene tres hijos, de 12, 10 y 4 años. Ese mismo año, al ser detenido al sur de Denver por una infracción de tránsito, debió responder a cargos de conducir sin licencia y, luego, al descubrirse su situación inmigración irregular, se ordenó su deportación.
La situación cambió en 2015 cuando, tras ser víctima de un asalto violento, Valiente cooperó con la policía para identificar y detener al culpable, lo que le permitió solicitar la Visa U, reservada para ciertas víctimas de crímenes.
En mayo de 2017 su caso de deportación quedó definitivamente cerrado, pero en octubre pasado, por razones no del todo claras, el caso se reabrió, indicó la abogada Lisa Guerra, que representa a Valiente desde 2013.
La carta informando de esa situación nunca llegó a manos ni de Valiente ni de Guerra, a pesar de que, según dijo la abogada, se usó la dirección correcta.
Aún peor, el cierre del Gobierno federal impidió a Valiente ser notificado del día en que debía presentarse en la corte de inmigración y a su abogada el presentar una petición para que se reabra el caso anterior para dejar sin efecto la deportación.
«Cuando termine el cierre del Gobierno, vamos a presentar una nueva petición. Pero de poco servirá, porque debe haber un millón de peticiones similares acumuladas en el correo y sin llegar a la corte por el cierre del Gobierno», lamentó Guerra.
Por su parte, Alisha, en breves declaraciones preparadas, sostuvo que «no puedo imaginarme la clase de problemas que tendremos si separan a mi familia solamente porque el Gobierno está cerrado».
Mantener a las familias unidas, dijo, sería «razón suficiente para reabrir el Gobierno».
Guerra enfatizó que, a diferencia de otros casos, el caso de Valiente es «viable» y tiene «bases sólidas» para gestionar su presencia legal permanente.
Pero ante la posibilidad de ser deportado antes de que esos trámites se completen, el 3 de enero pasado consultó con la iglesia de Colorado Springs sobre la posibilidad de recibir refugio.
Este templo ya había alojado con anterioridad a otro salvadoreño, Elmer Peña, a partir de septiembre de 2017, en un caso cuya situación actual no se ha hecho pública.
Nori Rost, ministra a cargo de la Iglesia All Souls, explicó que su congregación «se ha comprometido a resistir las actuales políticas inhumanas» y acogen a Valiente en «santuario» como una «solución a corto plazo» mientras el inmigrante realiza gestiones para detener su deportación.
Mientras duren esos trámites, la familia Valiente dormirá en una sala acomodada para ellos en la iglesia, y miembros de la congregación se turnarán para proveerles lo necesario y acompañarlos durante las noches.
«Mi familia me necesita. Es injusto que me deporten por un problema en el correo. Espero que el Gobierno se reabra, espero que mi caso se reabra, espero que un juez escuche mi caso, pero lo que más deseo es que no me separen de mi familia», dijo Valiente.
En Colorado hay otras tres personas en santuario: la salvadoreña Araceli Velásquez está en una sinagoga en Denver; la peruana Ingrid Encalada Latorre se encuentra en un templo de Boulder y la mexicana Rosa Sabido pidió refugio en una iglesia metodista en Mancos, en el sur del estado.