
Opinión por Héctor Loya
Las redes sociales han cambiado la manera en que nos comunicamos, aprendemos y nos relacionamos. Sin embargo, este entorno digital ha dado lugar a distintos riesgos que pueden afectar significativamente a los usuarios. Por ello, la seguridad en estos espacios se ha convertido en una preocupación central, desarrollando prácticas y medidas de protección a la información personal, la privacidad y la integridad de quienes las utilizan, en especial la de los niños.
Considerando que las plataformas digitales no establecen una edad mínima uniforme para crear cuentas y que cada una define sus propios límites, la seguridad en redes sociales es aún más importante para los menores de edad. Esto se debe a que su capacidad para identificar riesgos y gestionar su presencia en línea está en desarrollo. Además, su deseo de aceptación y curiosidad aumentan su vulnerabilidad frente a manipulaciones, engaños o presión por cumplir con estándares de éxito o belleza.
Entre los peligros más comunes en redes sociales está el ciberacoso, que se manifiesta a través de insultos, amenazas y difamaciones en línea, también el grooming, donde adultos se ganan la confianza de menores con fines de abuso, la adicción digital, donde el uso excesivo de redes sociales puede llevarles a una dependencia, afectando su rendimiento académico, las relaciones interpersonales y la salud mental, la exposición a contenido inapropiado, donde pueden acceder, incluso sin querer a material violento, sexual o perturbador en línea, afectando su desarrollo emocional y psicológico y por último la manipulación psicológica, porque las plataformas están diseñadas para captar la atención y generar interacciones y comentarios, que si no son de aprobación, pueden afectar el bienestar emocional y la autoestima.
La falta de control en la red y la cantidad de información que circula sin restricciones, lleva a muchos usuarios a exponerse a contenidos no aptos para su edad.
Atender esta problemática requiere de análisis profundos y compromisos de todos los sectores de la sociedad, para el diseño de una estrategia articulada que contemple educación digital, implementando programas educativos en escuelas y comunidades que aborde los riesgos en línea, la importancia de la privacidad y cómo identificar comportamientos sospechosos. Control parental, donde los padres establezcan límites claros sobre el uso de dispositivos y redes sociales, supervisando la actividad en línea de sus hijos. Políticas públicas robustas que promuevan la ciberseguridad, la regulación de las plataformas digitales, y la capacitación de educadores, y mecanismos para que las plataformas asuman su responsabilidad en la protección de sus usuarios, especialmente menores, implementando medidas de seguridad más estrictas y facilitando herramientas de denuncia y control.
La seguridad en redes sociales es un tema urgente que exige la colaboración de padres, educadores, autoridades y plataformas digitales.