Opinión por Héctor Loya
Se venden y promueven como productos más “saludables” que ayudarán a las personas a dejar de fumar, pero los estudios disponibles muestran que los cigarrillos electrónicos no ofrecen ninguna ventaja para la salud, pero sí una ruta para atraer a más consumidores.
Los vapers están más de moda que nunca, incluso los jóvenes, muchos de ellos menores de edad, se pueden observar en la calle sacando su cigarrillo electrónico e instalandolo a la vista de todo mundo.
Aunque su venta no se ha legalizado en muchos países, cada vez es más frecuente toparnos con ellos, son de distintos colores, diseños, medidas y hasta sabores. Un producto que ha llegado al mercado con la promesa de ser más seguros que fumar cigarrillos y que ayudarán a los fumadores a dejar de fumar. Sin embargo, la evidencia muestra algo diferente.
Los cigarrillos electrónicos son dispositivos que utilizan una batería para quemar un líquido (como agua, propilenglicol y glicerina vegetal) que el usuario inhala en forma de aerosol.
Dado que este acto se conoce comúnmente como “vapear” se tiene la idea errónea de que lo que se inhala es vapor de agua, cuando en realidad los aerosoles suelen tener distintas sustancias tóxicas como aromatizantes o metales pesados; además muchos de ellos contienen nicotina.
Al vapear no hay combustión del tabaco ni se fuma la nicotina directamente como sí ocurre con el cigarrillo, por lo tanto, las empresas que producen y promueven estos productos afirman que los cigarrillos electrónicos son potencialmente menos dañinos que fumar tabaco.
Si a eso se le suma las ventajas de que no emiten olores y que no dejan la sensación de tabaco en la boca, el mensaje se vuelve más poderoso, pues son promovidos como productos sin humo.
Aunque estos dispositivos se venden como una ruta exitosa para abandonar el tabaco, varios estudios muestran que no hay diferencias significativas entre quienes los usan para abandonar el hábito y quienes no lo hacen.
Uno de los aspectos más preocupantes que advierten varios especialistas es que los cigarrillos electrónicos sí pueden ser una ruta para que las personas que nunca han fumado empiecen a hacerlo.
No hay forma de justificar el uso de los cigarrillos electrónicos. La evidencia hasta ahora muestra más riesgos potenciales que beneficios y más impactos negativos que positivos en la salud de los jóvenes y niños. Y aunque muchas personas optan por ellos para dejar de fumar, lo cierto es que la evidencia de que eso sucede es endeble. Por eso, si una persona quiere dejar de fumar, la mejor opción sigue siendo la más lógica: dejar de hacerlo.