Nueva York, 28 ene (ELINFORMADORUSA/EFE).-
Más de 200 supervivientes del Holocausto se han reunido en el Museo de la Herencia Judía en Nueva York con motivo del 80 aniversario de la liberación del campo de exterminio nazi de Auschwitz, en una conexión en directo con el campo localizado en Polonia.
En el evento se ha presentado una nueva experiencia, llamada «Historias de sobrevivientes: un diálogo interactivo», que utiliza una inteligencia artificial no generativa que permite realizar preguntas a los diez supervivientes, de 90 a 98 años, que forman parte de la plataforma y «mantener una conversación» con ellos.
Esta herramienta, que se puede encontrar ‘online’, recoge los testimonios grabados sobre las vidas de estas diez personas, albergando momentos y recuerdos de antes, durante y después del Holocausto, de forma que se preserven de cara al futuro.
«Tenemos que hablar por los supervivientes cuando ya no puedan hablar por sí mismos», asegura el presidente del Museo de la herencia judía, Jack Kliger, refiriéndose a un «mundo post supervivientes».
Kliger añade que lo más importante que debe recordarse de aquellos hechos que tuvieron lugar hace 80 años son los espectadores que entonces hubo, no las víctimas o los verdugos, para que las futuras generaciones actúen cuando son testigos de alguna injusticia.
Nueva York es la ciudad con la segunda comunidad judía más grande del mundo, después de Tel Aviv, con casi un millón de judíos en 2023, según un estudio de la Federación del llamamiento judío unido (UJA) de Nueva York.
«Si no tienes esperanza, ¿cómo puedes vivir? Así es como sobreviví»
Entre los supervivientes que formaron parte del acto, Erwin Forley, de 97 años, nació en lo que entonces era Checoslovaquia, y luego estuvo preso en Auschwitz hasta que los rusos le liberaron del campo de concentración el 27 de mayo de 1945, cuando se encontraba en el hospital. Un año más tarde, se marchó a Nueva York donde trabajó como joyero.
Sobre lo vivido durante la liberación de Auschwitz, rememora: «Pensé que eran los alemanes que venían a matarnos, y (un hombre) abrió la puerta, y me habló ruso, dijo: usted es libre», recuerda Forley, que añade que no puede describir con palabras lo que sintió en ese instante.
Esperanza es la palabra que finalmente le viene a la cabeza, esperanza por encontrarse con su hermana y su madre, las únicas que sobrevivieron de su familia. También utiliza el término para referirse a las nuevas generaciones: «Deberían mirar siempre a su alrededor y no odiarse, y en lugar de odiarse, amarse».
«Creo que deberían venir a lugares como este (el museo) y aprender sobre ello y, luego, eliminar el odio. Tratar de no tener odio de ningún tipo, a nadie, porque hoy vienen por un judío; mañana vienen a por los católicos o por los musulmanes. El odio debe ser eliminado», reflexiona Forley sobre los aprendizajes que se deben obtener de aquellos sucesos.
«Si no tienes esperanza, ¿cómo puedes vivir? Así es como sobreviví», concluye.
Margaret Fried es otra de las presentes en el evento. Sobrevivió al Holocausto con solo 6 años, cuando se escondió en una cueva durante un año junto a su madre en Rumanía, gracias a una familia cristiana que conocían y que les ayudó.
Sus abuelos, su hermana mayor y otros miembros de la familia no corrieron la misma suerte, pero aún así asegura que tuvieron «suerte», ya que fue capaz de reunirse con su padre y sus dos hermanos.
No llegó a Nueva York hasta 1965 por el régimen comunista en el país, que restringía los movimientos al exterior, y una vez en la ciudad, añade que trabajó muy duro para llevar una vida tranquila lejos del odio que gira en torno a la comunidad judía.
«Ser una buena persona, es en lo que verdaderamente creo (…). Todos deben aprender algo, que el odio no es bueno en ninguna raza o religión, que los jóvenes, los ancianos, todos tienen derecho a la paz», reflexiona Fried.