Opinión Por Héctor Loya
A las afueras de la estación migratoria de Ciudad Juárez, Chihuahua, donde ocurrió la tragedia que dejó saldo de 40 muertos, los migrantes hacen lo que pueden para manifestarse en contra de lo que consideran un crimen de Estado.
Con los poquísimos recursos de los que se pueden allegar los migrantes, compraron flores y veladoras en las que escribieron los nombres de cada uno de los fallecidos en el incendio y debido al calvario que ha representado para ellos el larguísimo camino, desde Chiapas hasta la zona fronteriza del norte del país, donde los albergues están saturadísimos y la solidaridad entre los migrantes no alcanza a cubrir ni siquiera una pequeña parte.
Niños y mujeres que se quedaron sin sus compañeros de viaje denuncian el miedo que les causa tanto los agentes del cuasi extinto Instituto Nacional de Migración, (INM), como los polleros que prometen llevarlos hasta Estados Unidos y la mayoría de las veces, los dejan tirados a medio camino donde muchos mueren.
Ahora una nueva caravana ha partido de Chiapas, donde no los dejaban partir, pero que ahora sí lo han hecho porque según los migrantes claman justicia y será una forma de hacer presión. Desde la semana pasada esta caravana partió desde el sur con la finalidad de llegar hasta el norte sin embargo sus ruegos y clamor no han sido escuchados.
En vista a estar siendo ignorados están cometiendo actos desesperados tal y como sucedió el pasado miércoles en una de sus paradas donde enfrente de la multitud 5 de sus miembros se cosieron los labios con la finalidad de presionar al gobierno mexicano y los escuche, y en un horizonte muy lejano les ayude a obtener los tan ansiados papeles que los acredite con la nacionalidad americana.
Siendo sincero y sobre todo honesto esto de nada va a servir ya que la política migratoria se encuentra en su peor punto y con un severo problema de invasionismo sudamericano el cual ha rebasado a la autoridad competente, bueno si así se le puede llamar.
Es lamentable la situación migratoria actual los cuales ven lejos la esperanza y se están viendo condenados a dos cosas, o morir en el camino intentando cumplir el sueño americano o morir en sus países de origen condenados a la pobreza, el hambre y la injusticia.