Opinión por Héctor Loya
Cuando ocurre alguna tragedia asociada a los migrantes indocumentados que buscan entrar a Estados Unidos, los gobiernos de los países de salida, tránsito y destino se apuran en responsabilizar de manera exclusiva a quienes los transportan, los famosos polleros o coyotes.
Sin reducir ni un milímetro la responsabilidad de los llamados polleros, que hoy son organizaciones criminales, hay muchos más responsables de la muerte de migrantes quienes en su desesperación pro cruzar hacen lo que sea necesario.
El término pollero surge cuando el cruzar de manera indocumentada la frontera entre México y Estados Unidos era mucho más sencillo, en aquel entonces los migrantes corrían en fila india detrás de su guía, como lo hacen los pollos, y he aquí su nombre.
Pero al inicio de los años 90, a algún funcionario en Estados Unidos se le ocurrió que había que poner muros en la frontera para que los migrantes no pudieran cruzar tan fácilmente.
Los migrantes que corrían detrás de su pollero y a quien le pagaban 150 dólares tendrían que hacerlo ahora alejados de las zonas urbanas, necesitarían hoteles en las ciudades fronterizas y transportes que los llevaran a las nuevas zonas de cruce. Entonces los 150 dólares ya no alcanzarían y el negocio se hizo más atractivo para otro tipo de polleros y por supuesto para autoridades mexicanas.
En este escenario, particularmente en las ciudades fronterizas del norte de México, por las razones que todos conocemos, el crimen organizado se fue apropiando del territorio y, en consecuencia, se consideran dueños de los negocios que ocurren en sus espacios. Incluido el cada vez más rentable tránsito de migrantes de un país a otro.
El pollero dejó de ser el conocido de alguien del pueblo, que los llevaba entre matorrales, para convertirse en criminales que llevaban a los migrantes por zonas y en condiciones mucho más riesgosas. El cruce, en muy poco tiempo, pasó a costar miles de dólares y claro, se incrementaron de manera considerable el número de migrantes muertos y abandonados por sus polleros.
Y lamentablemente los gobiernos no han hecho nada por evitar estas muertes. Todo lo contrario, en México el gobierno ha optado por contener de manera rígida los flujos migratorios que se dirigen al norte. Esa estrategia solo echa en brazos del crimen organizado a los migrantes y los previsibles resultados están a la vista.
Si realmente se quiere detener a los polleros, no debe ser tan difícil porque si miles de migrantes mexicanos, guatemaltecos, salvadoreños, hondureños y muchas otras nacionalidades, sin recursos y sin conocer las zonas y ciudades de tránsito y cruce, los encuentran, no veo porque las autoridades mexicanas nomás no dan con ellos.