Editorial por Luis Molina
Vivimos en un mundo en constante cambio y en ocasiones puede resultar abrumador. El ritmo acelerado de la vida moderna, el estrés constante y los desafíos diarios pueden hacer que nos preguntemos cuál es el verdadero sentido de la vida y cómo podemos encontrar la felicidad en medio de un panorama caótico.
En la actualidad y con el desarrollo de las nuevas tecnologías y las redes sociales el mundo ha mutado en gran manera y donde las emociones se han convertido y cambiado a las personas en gran medida.
Lamentablemente como dice este editorial, me ha tocado ver tanto físicamente como en las redes sociales como es que, para muchos, el vernos felices es algo que causa coraje y un sentimiento de envidia, pero cuando llega el momento de penalidad o de dificultad muchos se alegran de eso.
Esto es de dar pena y lastima porque a quien no le va a dar gusto que el prójimo progrese, que nuestras familias salgan adelante, se superen económicamente o que a nuestros conocidos, vecinos o amigos les pueda ir mejor que a nosotros mismos.
La respuesta a esto es fácil, ya que hemos perdido de vista lo que realmente importa y nos dejamos llevar por el estrés, la ansiedad, la envidia y la supremacía. Sin embargo, es crucial encontrar el significado de la verdadera felicidad tomando el tiempo para reflexionar y hacer algunos cambios en nuestra vida.
Muchas veces, nos preocupamos por cosas que están fuera de nuestro alcance y esto solo contribuye a aumentar nuestra ansiedad y la necesidad de ser superiores. En lugar de eso, debemos aprender a aceptar lo que no podemos cambiar y enfocar nuestra energía en lo que sí podemos influir.
El sentido de la vida va más allá de la idea de simplemente tener un futuro mejor, o de tener más que los demás o que los otros tengan más penalidades que nosotros, implica encontrar un propósito y una razón para existir.
Si reconocemos que todos tienen talentos y posibilidades únicas pero diferentes es cuando realmente seremos felices. Pero sobre todo dejando a un lado sentimientos que nos estorban tales como la envidia y el sentido de supremacía.