Nueva York, 18 abr (ELINFORMADORUSA/EFE News).-
odos sentimos levantarse un enorme peso cuando la vimos conocer a su bebé». Así resume el jefe de ginecología del hospital Southside, en Long Island (Nueva York), el desenlace «milagroso» de una paciente que ingresó con COVID-19 embarazada de 34 semanas, y tuvo que someterse a una cesárea de emergencia en un coma inducido.
En entrevista telefónica con Efe, el doctor Ben Schwartz relató la historia de Yanira Soriano, de 36 años, una madre de tres hijos que este miércoles vio y tuvo en brazos por primera vez a su pequeño Walter tras darle a luz el pasado 3 de abril conectada a un respirador, una dura decisión en la que su equipo tuvo «miedo de que fuera a morir», según admitió.
Cuando Soriano llevaba tres días en la Unidad de Cuidados Intensivos «hubo una discusión en el hospital sobre si debería parir tan pronto, a las 34 semanas y media, pero su condición empezó a empeorar. No podía respirar, necesitaba oxígeno», recordó el jefe de ginecología, un situación en que los profesionales también temieron que el «bebé pudiera quedar lesionado y quizás no sobrevivir».
«Mientras decidíamos inducirla al parto, se puso peor y peor, y tuvimos que llevarla de emergencia para una cesárea y ponerla en un coma inducido. El bebé nació sin que la madre estuviera despierta y los pediatras lo cuidaron. Estuvo increíble y lo transferimos a observación, pero su madre antes del coma estaba muy enferma», explicó con seriedad.
Los farmacéuticos del hospital situado en Bay Side, a una hora de la ciudad de Nueva York, le dieron «medicamentos que actualmente se están investigando» y la mujer mejoró rápidamente: «Fuera por eso o por el tiempo que pasó, sus condiciones mejoraron y finalmente la pudimos desconectar del respirador, y en poco tiempo le dimos el alta».
Schwartz consideró «milagroso» el desenlace de su paciente, a la que todo el mundo conocía en el hospital, desde los cocineros hasta los guardias de seguridad y los médicos de otros departamentos, y destacó «que todos pusieron de su parte en el cuidado de la joven, por lo que sentimos un peso enorme levantarse al verla conocer a su hijo».
Hace una semana, la crisis de la COVID-19 «parecía no tener fin» y a día de hoy siguen falleciendo cientos de personas en el estado de Nueva York, epicentro de la pandemia en Estados Unidos, pero se está dando de alta a más pacientes y está «ralentizándose» el ritmo de hospitalización, algo que el médico atribuye a las medidas de «cierre» de la economía en el país.
«Sentimos que las cosas están mejorando un poco y simplemente seguimos trabajando muy duro. No podemos salvar a todo el mundo, pero cada paciente es importante», afirmó este ginecólogo, que destaca cómo trabajadores sanitarios y voluntarios se vuelcan en el acompañamiento emocional, «dando la mano o facilitando FaceTime» a los enfermos, que no pueden recibir visitas.
UNA VICTORIA VIRAL
Un vídeo en el que Soriano, en silla de ruedas y probablemente sonriendo tras las mascarilla, sale por la puerta del centro sanitario entre aplausos y observa con ternura a Walter al sostenerlo por primera vez, ha corrido como la pólvora en las redes sociales y para Schwartz muestra la «victoria» de esta madre contra el virus y, sobre todo, la de quienes la atendieron.
«Hicimos arreglos porque el bebé había sido dado de alta del hospital infantil el día anterior, llamamos a toda su familia, incluidos sus otros hijos, para que estuvieran allí. Salió del hospital y disfrutamos ese aplauso para ella y su victoria», aseguró el médico, que consideró el caso grave de Soriano «inusual» para las embarazadas en tiempos del coronavirus.
«Esta situación particular de una mamá gravemente enferma es muy inusual. Hemos estado haciendo pruebas a todas las mujeres que vienen para los partos. Cuando tuvimos nuestro pico, hace una semana, en torno al 20 % de las que no tenían síntomas eran positivas en COVID-19», sostuvo Schwartz, pero de ellas, 93 % eran de origen hispano.
«Parece ser más prevalente en estas comunidades y estamos investigando con tests por código postal. Es posible que ciertas comunidades, por condiciones de vivienda o normas sociales, tengan dificultad para cumplir el distanciamiento social», abundó el doctor, a quien le preocupan los bebés amamantados por madres con COVID-19 y su llegada a casa, donde entran en contacto con familiares.
Mientras los trabajadores sanitarios y la ciudadanía se esfuerzan en superar la crisis, el doctor consideró «positivo» el efecto de la paralización de actividades en EE.UU. y expresó su esperanza de que se llegue pronto a una «planicie» o estabilización en la curva de contagios, para que el «sistema sanitario atienda a los pacientes que están esperando» y se vuelva a la normalidad.
«Es un tiempo difícil; en nuestros equipos se ha reubicado a miembros para que trabajen en el COVID, y es un desafío muy estresante», explicó el médico, que hace unos días no «podía andar por los pasillos» saturados de su hospital pero ahora celebra cada nueva alta con la canción «Here comes the sun» de los Beatles, para preparar a los recuperados ante la vuelta a sus vidas.