Opinión por Héctor Loya
El ataque terrorista de Hamas a la comunidad del sur de Israel ha sido una muestra de la más evidente miseria humana en donde, como siempre, los que más pierden son los ciudadanos inocentes.
Con el surgimiento de Hamas, el brazo armado palestino que se define a sí mismo como yihadista, es decir es un grupo extremista religioso que pugna por la liberación de Palestina y su conformación como estado independiente, tanto para Estados Unidos como para la mayoría de la comunidad internacional es un grupo terrorista, aunque para su propia concepción, ellos están librando una guerra santa.
Bajo la perspectiva de lo expuesto, no es difícil entender que, el odio acumulado durante tanto tiempo ha terminado por explotar nuevamente generando ataques de uno y otro lado ocasionando muerte y destrucción.
Las imágenes de pequeños niños judíos encerrados en jaulas como si fueran animales para posteriormente utilizarlos como moneda de cambio o para escudos ante los eventuales ataques israelíes, son la más clara muestra de lo brutal que suele ser el odio.
Por otro lado, videos de judíos muertos por los extremistas de Hamas han dado la vuelta al mundo. La respuesta del estado de Israel no ha sido menos agresiva, ya que ha bombardeado varios edificios que se presume que son de departamentos.
De las cuestiones más dolorosas y que generan una indignación hasta por aquellos que suelen ser ecuánimes, fue la fotografía del cadáver de una ciudadana alemana que se encontraba de visita en la región para participar en un concierto por la paz, y cuyo cuerpo se encontraba con brazos y piernas quebrados mientras que los terroristas lo mostraban como trofeo de guerra, mientras celebraban su muerte después de haberla ultrajado.
Vivimos en un mundo muy complejo, donde la diferencia entre el humano y las bestias cada vez va haciéndose difusa; debemos cuidar y preservar aquellos valores que nos hacen distinto de los animales, elevar los valores humanos y darle oportunidad al diálogo y a la concordia; esa es una de las tareas más importantes que tenemos los padres para con nuestros hijos, y los gobiernos para con su pueblo.
