Opinión Por Héctor Loya
Para quien tiene la fortuna de tener todavía a sus abuelas y abuelos, o de haberlos conocido, siempre es una oportunidad de oro saber sobre sus historias de vida.
Evidentemente, el conocer un poco de la vida de nuestros seres queridos siempre nos aproxima a otro tipo de relación en la que se entiende mejor el presente y así poder hilar en una sola persona contextos, personajes y acontecimientos a lo largo de ochenta años de vida en promedio.
A quién no le han contado las incontables aventuras del abuelo a la hora de la sobremesa, tanto así que nos da por seguir preguntando para conocer la película completa.
En mi propia experiencia el charlar con mi abuelo, padre de mi madre, siempre es una verdadera delicia por la cantidad de detalles que pueden aparecer de un mismo relato.
No hay nada mejor que escuchar en voz viva del protagonista, sus narraciones, al igual que imaginar el mundo pasado y generar preguntas que me hacen ver un panorama que a veces resulta difícil de pensar por nosotros mismos.
Desde sus aventuras en la infancia, de las que se acuerda claro, o esas aventuras que vivió de joven, el cómo conoció y se enamoró de la abuela o su trabajo en el campo y cuando se fue a Estados Unidos a cumplir el sueño americano.
A la hora de sentarnos y entablar una plática donde el abuelo desentraña el pasado poco a poco se configura ese mural que bien se puede complementar con sus objetos personales, fotografías y documentos que hacen más vividas esas experiencias.
Al mismo tiempo nos podemos llevar sorpresas por conocer cosas que no nos habían pasado por la cabeza, incluso es una oportunidad para intercambiar ese conocimiento adquirido con el tiempo y que nos da guía de vez en cuando para nuestras propias vidas.
Yo siempre recomiendo que cuando se está en contacto con esa historia viva se debe guardar en lo más profundo del corazón y añorarlo como un recuerdo valioso.
Charlar con el abuelo siempre es una buena oportunidad para abrir una puerta a los recuerdos que se aparecen tan vivos con cada nueva ocasión de escucharlos.
Si a usted le gusta pasar tiempo con su familia y tiene curiosidad por lo que han vivido sus viejitos no dude en volverse un detective histórico y aplicar la historia de vida. Al rescatar esa historia nos rescatamos a nosotros mismos y valoramos lo que muchos ya no hacen.
Nuestros viejitos merecen esa atención, cariño y amor porque el tiempo pasa y cuando menos lo pensemos esas historias solo serán parte del recuerdo.