LOWELL, MI (ELINF). -Joel Morales/El Informador
«Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos»: Así es como empieza el capítulo 19 del libro de Salmos de la Biblia, y durante nuestra visita al observatorio James C. Veen, ubicado en el 3308 de la avenida Kissing Rock SE en la ciudad de Lowell, que queda a unas 14 millas al sureste del área, pudimos ver esa gloria en todo su esplendor.
Durante ocho horas emocionantes, desde las 8:45 de la noche del sábado 12 de agosto hasta las 4:45 de la madrugada del domingo 13 de agosto, acompañamos a las más de 200 personas que llegaron a los terrenos del observatorio, colocado dentro de un bosque allí, con esperanzas de ver la lluvia de meteoritos que los científicos predijeron para ese día en todo el mundo.
Por lo visto, ninguno de los asistentes se fue del lugar desilusionado o decepcionado. Soportaron el frío y la incomodidad para ver un poco del esplendor de las maravillas que Dios creó en «los cielos».
El que ha tenido la fortuna de ver una estrella fugaz en el cielo sabe bien lo increíble que se puede sentir. El pasado sábado, la gente estaba muy emocionada con la posibilidad de ver un meteorito cruzando la expansión celestial; algunos en sacos de dormir, otros en sillas de patio y todavía otros acostados sobre sus colchas en el pasto abierto lograron su meta al contemplar las decenas de meteoritos, algunos de los planetas mayores y las numerosas estrellas resplandecientes que aparecieron durante la noche a simple vista u observadas por medio de telescopios.
Areli Hernández, residente de la ciudad de Greenville y originaria del estado mexicano de Chihuahua, nos comentó que es lectora del periódico El Informador y estaba acompañada de su esposo Miguel Ángel Peña y sus hijos Natalí y Jesús. Además, agregó que le llama mucho la atención las estrellas y era su primera vez visitando el observatorio.
«Nos dimos cuenta del evento y quisimos venir a ver, vivir este espectáculo y para que los niños lo disfrutaran. De hecho, ahorita en el transcurso del camino vimos unas estrellitas, como que iban muy seguiditas», agregó. Al preguntarle como estaban pasando la visita, respondió: «Lo estamos gozando todo, está bien padre, la verdad».
También conocimos a Kayla Hornback, de Grand Ledge, quien fue con su hija Penélope, de 7 años de edad y nos comentó que a los tres años declaró que quería ser astronauta. «Desde entonces y por los últimos cuatro años, en cada oportunidad que se ha presentado realizo actividades relacionadas con el espacio exterior», indicó Hornback. «Leímos sobre esto y decidimos que sería una gran oportunidad para mi hija ver los meteoritos, tener una noche placentera y aprender más sobre el espacio», agregó.
Al preguntarle sobre la reacción de su hija al ver los meteoritos en el cielo, indicó que su hija comentó que fue muy hermoso y fascinante. Incluso señaló unas constelaciones (grupo de estrellas) con las que ya estaba familiarizada.
«Fue bueno que pudiera disfrutar de todo este terreno abierto y sin mucha contaminación de luz, para que verdaderamente apreciara todas las estrellas», agregó.
A la vez, oficiales y voluntarios del observatorio presentaron un video de la historia de las instalaciones y dieron giras a las personas que llegaron durante toda la noche. Se podía escuchar a la gente exclamando asombro al ver los meteoritos cruzar los cielos. «¡Ahí está uno, ahí va otro!», también se escuchaba haciendo eco en la noche.
El observatorio James C. Veen, que forma parte de la Asociación Astronómica Aficionada, está abierto los sábados por las tardes, comenzando desde las 7:30 pm y no cerrando, en algunos días, hasta la media noche. Para más información sobre los eventos especiales, puede llamar al (616) 897-7065. También puede visitar: graaa.org para el estatus de actualización de los eventos.
El costo de entrada para adultos es de $5 por una hora o por toda la noche y personas de 17 años y menores $2. Niños menores de 5 años de edad entran gratis.
