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El grito de auxilio de una nación

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Editorial por Hector Loya:

Mírenme, obsérvenme, soy presa de la angustia, de la injusticia y la corrupción, me tiemblan las manos, tengo la frente arriba, el corazón me late más aprisa y siento calambres en mis piernas, estoy cansado, pero sigo de pie y voy entonando con voz firme un himno de libertad.

Esta es la voz y el pensamiento de miles de venezolanos que en días anteriores se manifestaron a causa de una lucha provocada por el cansancio de una nación al vivir en malas condiciones, del hartazgo de la gente al no tener voz ni voto en una nación sumida bajo el yugo de la corrupción, bajo las órdenes de un tirano y un dictador que tiene apresado a su país y lo ha llevado a la desdicha.

Mucho se habló de las posturas de los gobiernos, unos apoyando y otros de manera neutral pero no sabemos las razones a la cual los llevo a una u otra decisión.

Mostrando un análisis sincero y a la ves claro parece ser que la doctrina de no intervención hoy por hoy es el principio constitucional que rige nuestras relaciones internacionales, y a esa norma debemos atenernos sin riesgo de exponernos.

Ciertamente en ocasiones esta neutralidad pareciera ser injusticia. Pero no se puede condenar una ilegalidad y condonar otra. O como coloquialmente se dice meter nuestra cuchara. No hay una postura clara y no se puede tomar una decisión a la ligera que pueda afectar a corto, mediano o largo plazo al bienestar de una nación.

Entonces lo único que queda claro es que el pueblo venezolano es el único que puede decidir su destino, son ellos mismos los que deben tomar su decisión y salir del fondo en el que están sumidos. Y más temprano que tarde lo harán, porque todo por su propio peso debe de caer.

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