Editorial Por Héctor Loya
esde que inició la cuarentena se cerraron un sinfín de establecimientos que solían congregar a cientos de personas y eran considerados una amenaza para la salud y para el contagio de COVID-19. Uno de ellos fueron los gimnasios, los cuales han permanecido cerrados y causaron polémica esta semana luego de que una orden federal dictaminara que ya podrían abrir desde el jueves 25 de junio.
La gobernadora Whirmer fue muy clara y dijo que no permitiría que esto sucediera así que rápidamente apeló esta decisión y es por eso que no fue posible que los gimnasios de espacios cerrados fueran reabiertos en esta fecha y se posponga hasta que todo el estado se encuentre en la fase 5.
En lo personal, me encanta el deporte en especial ir al gimnasio para levantar pesas y hacer ejercicio cardiovascular, si les soy sincero desde que inició la contingencia en todo el mundo es una de las cosas que más he extrañado; el ir no solo para hacer ejercicio sino para salir de la rutina y liberar el estrés después de una ardua jornada de trabajo.
Sin embargo, en esta ocasión concuerdo con la gobernadora y no porque nos apasione el hacer ejercicio significa que debemos poner en riesgo nuestra salud y nuestra integridad.
Para todos los que hemos entrenado en un gimnasio de interior sabemos que los aparatos suelen compartirse y la higiene en muchos de ellos no es la más adecuada, y es de entenderse a esos lugares vamos a sudar no a charlar o vernos al espejo, es por esto y porque la respiración requiere mayor esfuerzo por lo que el riesgo aumenta.
Hay muchas cuestiones que aún faltan por analizar para volver de manera segura, así que por lo pronto a seguir entrenando en casa o espacios de aire libre para no correr ningún tipo de riesgo innecesario.
Aplaudimos a la gobernadora por tan sabia decisión, una decisión que para muchos es mala pero para otros es buena.