Por Joel Morales
El Informador
GRAND RAPIDS, MI
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Andy González, de 22 años, tendrá que responder a cargos de homicidio abierto, intento de homicidio y felonía en el uso de un arma en conexión con la muerte de D’Andre Bullis Sr., de 23 años, el viernes, 5 de mayo, en la avenida Grandville SW en Grand Rapids.
Así lo decidió la juez Jeanine LaVille de la Corte de Distrito 61, el lunes, 5 de junio, a la conclusión de su audiencia preliminar donde solo estuvieron presentes reporteros de El Informador y The Grand Rapids Press, después de escuchar testimonio del detective Michael Nagel de la policía de Grand Rapids, uno de decenas de agentes que respondieron a la escena fatal.
Aunque otro periódico en español publicó información sobre la audiencia, no estuvo físicamente presente en la corte, razón que usó una fotografía del acusado de la Cárcel del Condado de Kent, y otra foto de archivo y no dio detalles de lo ocurrido durante el procedimiento judicial.
Fue exactamente un mes al día del tiroteo ocurrido que concluyó la audiencia preliminar de González, acusado de ser la persona que disparó en el tiroteo y en donde Manuel Villarreal, de 26 años de edad, primo hermano del difunto, también recibió dos impactos de bala, una que partió su pierna derecha y otra que dejó un hueco en su pie derecho.
La audiencia empezó con el asistente fiscal, Jeff Kemperman, pidiéndole al detective quien testificó en la misma corte el martes, 23 de mayo, que de nuevo testificara sobre lo que había visto al llegar a la escena.
Se sintió la tensión en la galería de la juez LaVille, en especial cuando el detective dijo que Bullis había recibido tres impactos de bala a su cuerpo, el impacto a su cabeza el que había ocasionado su muerte, fue allí cuando se produjo suspiros de sorpresa de la familia de Bullis Sr.
Una vez que el asistente fiscal terminó haciéndole preguntas al detective, el abogado de González contrainterrogó a Nagel.
“¿Verdad que escribiste en tu reporte que existía evidencia abrumadora que González fue quien disparó ese día?”, le preguntó Mark Hunting al detective. “Sí, es cierto”, respondió el detective.
“¿Aunque varios testigos identificaron a otra persona como el que disparó y unos que nunca lo identificaron?”, también preguntó Hunting. “Es correcto, pero eso pasa todo el tiempo”, contestó Nagel.
Vestido en pijamas de la cárcel, sus manos y pies en esposas y una cadena alrededor de su cintura, el acusado escuchó el testimonio con cara seria y hacia adelante, excepto para dar unos vistazos en dirección de la novia (Sandra Celeste Bravo), madre (Sylvia Villarreal) y la familia del difunto.
A la conclusión del testimonio, el asistente fiscal Kemperman le pidió a la juez que mandara el caso a juicio. El abogado de González luego le dijo a la juez LaVille que no estaba discutiendo el hecho de que alguien había muerto, pero sí de la persona (González) que estaba siendo acusada de haber disparado el arma ese día, y que el asistente fiscal no había cumplido con la carga de demostrar que su cliente había cometido el crimen.
“Los videos, el tamaño, peso, cabello, ropa y el hecho de que una persona (Villarreal) identificó al 100% al acusado y dijo “nunca olvidaré esa cara”, es evidencia abrumadora de su culpabilidad”, dijo el asistente fiscal.
La juez dijo estar convencida de que existía causa probable de que González había sido la persona que había disparó en el tiroteo, entre otras razones, porque Villarreal había testificado que había visto al acusado en el vehículo que llegó a la escena del mismo y ordenó el caso a juicio.
Su decisión ocasionó aplausos y gritos de la novia, madre y familiares del difunto, quienes decían en voz alta, ¡“Yeah!, ¡Whow!”, mientras salían de la corte.
Sylvia Villarreal, madre de Bullis Sr., le dijo a El Informador después de la audiencia que espera que González dure el resto de su vida detrás de las rejas para que sufra y piense de lo que hizo todos los días.
Villarreal dijo que su hija, Alecia, quien estuvo sentada entre ella y Bravo en la corte, ha tenido un tiempo difícil aceptando la muerte de su hermano, ya que ella y el difunto eran sus hijos menores y siempre se la pasaban juntos.
“Caminaban a la escuela juntos, almorzaban juntos y el uno era el mejor amigo del otro”, dijo la madre. “Cuando la juez declaró que el caso procedería a juicio, me sentí tan contenta que hasta quería llorar de alegría”, agregó.
Si fuese hallado culpable, González podría recibir una pena de cadena perpetua.