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La culpa de la migración es del propio país que no ha podido ofrecer una próspera calidad de vida  

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Opinión por Héctor Loya  

Desde hace mucho en México, la población ha emigrado a Estados Unidos para mejorar sus condiciones de vida, millones de hispanos viven en el vecino país, también las demás regiones del centro y Sudamérica siguen llegando por raudales porque su nación de origen no les ha podido dar las condiciones necesarias para una vida favorable. 

Debemos considerar que todos deseamos vivir de la mejor manera, sin embargo, no todos hacen algo para lograrlo. Solo se reniega y se maldice a los gobernantes en turno, pero hasta ahí llega el reclamo y con ello no se ha cambiado nada. 

Hasta este momento se ha aceptado la imposición de todo tipo de impuestos y pagos diversos, se aceptan los sobre sueldos que los altos mandos de gobierno se auto imponen, sin que la ciudadanía lo sepa, sobre todo aquellos rubros que son discrecionales.  

Se tienen que pagar altos costos por el uso de las carreteras que regularmente están en pésimas condiciones. En Estados Unidos en la gran mayoría de carreteras no se cobra su uso y están en perfectas condiciones, hay algo ilógico en esto. 

Los bancos corruptos que hacen su agosto en diciembre, descuentan del sagrado salario cualquier cosa que se les parezca como por usar cajero de otro banco, o los pesos que desaparecen de la cuenta sin explicación alguna. Y que no se ocurra pedir un préstamo, será doblemente cobrado bajo altísimos intereses, sanciones económicas y multas exorbitantes, y ni quien defienda al pobre deudor. 

De manera general, se toleran abusos, corrupción, la indigencia, pobreza extrema, falta de empleos, informalidad, malos tratos, inseguridad y decenas de aspectos que han hecho de algunos pueblos entidades fantasmas donde no hay habitantes o solo viven mujeres y niños.  

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La culpa de la migración es del propio país que no ha podido ofrecer una próspera calidad de vida, con oportunidades, es por ello que prefieren arriesgar su propia vida con la esperanza de triunfar en una nación que no es la suya. Prefiriendo irse a la vecina nación, donde podrán obtener los aspectos materiales necesarios y una vida confortable, aunque trabajando a diario, pero con mayor tranquilidad y seguridad. 

Es vergonzoso saber esta realidad, pero a quien se pone feliz con las remesas que mandan los antes desprotegidos que han tenido que abandonar su país para prosperar, mientras tanto del otro lado, las cosas siguen igual, o quizá peor.