Opinión por Héctor Loya
Ante la determinación de la Corte del Distrito Sur de Texas de declarar inconstitucional el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), los dreamers, migrantes que llegaron a Estados Unidos siendo niños, se han convertido en una obsesión para los sectores xenófobos y racistas estadounidenses que desde hace años solo piensan en una cosa, deportarlos.
Como se recordará, el DACA fue establecido en 2012, en tiempos de Obama, para permitir que ese sector pueda vivir y trabajar en Estados Unidos, pero el programa se ha visto sometido a una intensa ofensiva judicial desde 2017, con la intención de expulsarlos del país.
Ciertamente, la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia no fue, ni es, una solución integral para el atropello estructural que padecen los inmigrantes indocumentados en el país.
Se trató de un atenuante humanitario orientado a corregir al menos uno de los aspectos más aberrantes de una legislación migratoria para la cual es lícito expulsar de Estados Unidos a una persona, aunque haya vivido allí durante buena parte de su vida.
Pero a falta de una reforma migratoria, el DACA ha significado al menos una mínima esperanza para cientos de miles de jóvenes que hoy en día estudian y trabajan en territorio estadounidense sin haber conocido otra realidad nacional; el privarlos de esa protección es, llanamente, un acto de barbarie.
Por otra parte, el reactivar en su contra la deportación provoca un severo daño al tejido social y a la economía de EU, toda vez que, los jóvenes protegidos por el programa han contribuido de manera significativa al desarrollo económico, social y cultural de Estados Unidos y representan un vínculo invaluable con nuestro país.
Cabe esperar que los entornos políticos reaccionarios y fóbicos que han impedido avances en la política migratoria de la nación logren cobrar conciencia de la relevancia que las comunidades migrantes tienen y seguirán teniendo en la economía y en la vida en general y dejen de sabotear el DACA y de torpedear la adopción de una reforma que facilite la integración de los extranjeros en Estados Unidos.