
Editorial por Luis Molina
¿Cómo se siente cuando piensa en la vejez? A muchos les llena de preocupación, ansiedad o incluso terror. Esto les sucede porque, normalmente, envejecer se asocia con cosas negativas como las arrugas, las canas, el cansancio, la pérdida de memoria y los achaques.
Sin embargo, no a todos les pasa lo mismo al hacerse mayores. Hay quienes conservan su salud física y mental. Otros, gracias al progreso de la medicina, han podido tratar sus enfermedades y controlar sus síntomas. En algunos países, cada vez hay más personas que disfrutan de una vida larga y saludable.
Sea que gocemos de buena salud o no, todos queremos envejecer con dignidad y sin perder la alegría. ¿Cómo se logra eso? En parte depende de nuestra actitud y habilidad para adaptarnos a esta nueva etapa de la vida. Si usted ya ha entrado en esa etapa, le presentamos algunos consejos sencillos pero muy prácticos.
SEA MODESTO. Ser modesto en la vejez implica reconocer y aceptar las limitaciones que llegan con los años, en vez de cegarse a la realidad. Sin embargo, ser modesto no significa rendirse y pensar: “Estoy hecho un viejo decrépito que no sirve para nada”. Eso podría amargarle. La persona sabia y modesta trata de hacer todo lo que puede dentro de sus posibilidades.
SEA POSITIVO Y DINÁMICO. Usted tal vez se deprima al recordar la energía que tenía cuando era joven y todo lo que hacía entonces. Y es comprensible. Pero no permita que esos pensamientos negativos lo hundan. Estar pensando siempre en el pasado solo hace que el presente sea más triste. Concéntrese en las cosas que sí puede hacer.
SEA GENEROSO. Si comparte lo que tiene —incluido su tiempo— con los demás, tendrá un sentimiento de logro y será feliz. La generosidad es contagiosa. “Cuando tratas a los demás con cariño, ellos le responden con el mismo amor”,
SEA SIMPÁTICO. Aunque habrá ocasiones en las que usted querrá estar solo, evite aislarse y encerrarse en casa. Las personas amigables son abiertas y comunicativas. Pero recuerde que también hay que saber escuchar. Interésese en lo que piensan y sienten los demás.
y por último SEA AGRADECIDO. Si alguien le hace un favor, no olvide dar las gracias. Quien es agradecido se gana el cariño de la gente.
Recuerde: la vida es un regalo de Dios que tenemos que agradecer. Si cultivamos la debida actitud y somos capaces de adaptarnos, envejeceremos con dignidad y sin perder la alegría.