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Los casos en EE.UU. se disparan, pero no lo hacen las muertes

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Nueva York, 2 jul (ELINFORMADORUSA/EFE News).-
l número de casos confirmados de la COVID-19 se ha disparado de
nuevo en Estados Unidos hasta alcanzar nuevos máximos, mientras tanto las muertes siguen una trayectoria descendente, algo que podría deberse al tiempo que tardan en manifestarse los decesos, pero también a mejoras en el tratamiento y en la menor edad de los nuevos contagiados.

Pese a registrar un aumento del 80 % en los casos positivos en los últimos 14 días, las muertes han experimentado un descenso de algo más del 20 %, según datos recopilados por The New York Times.

El principal epidemiólogo estadounidense y director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID), el doctor Anthony Fauci, afirmó recientemente que “el índice de muertes siempre va con varias semanas de retraso con respecto a las infecciones”.

Pero este martes en audiencia en el Senado Fauci no quiso hacer proyecciones sobre el número de muertes y se limitó a asegurar que la situación puede «empeorar mucho», con cifras de infecciones que pueden pasar de los 40.000 diarios a 100.000 casos nuevos cada 24 horas, tras el desorden en la reapertura económica de algunos estados y la oposición a llevar máscara.

En la cifra de muertes pueden influir diversos factores, como el hecho de que en los estados que reabrieron con demasiada premura, como en el caso de Florida y Texas, hayan sido los jóvenes y sus salidas a bares y playas los que han disparado el grueso de las infecciones.

“Hemos visto una caída de las muertes durante varias semanas, pero esto es algo provisional. Puede reflejar una combinación de una diferente estructura de edades de quién se está infectando”, explica a Efe Lorna Thorpe, directora de la división de epidemiología de la Escuela de Medicina NYU Grossman.

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Con ello, los jóvenes, que tienen un índice de mortalidad menor podrían estar enfermando, pero no engrosando la lista de fallecidos, que no obstante ronda ya los 130.000 muertos.

«Sin duda cabe la posibilidad de que esta nueva ola no sea tan mortífera como la primera, pero dependerá de la responsabilidad en el compartamiento de los jóvenes y que la gente sea consciente de que ese sistema de creencias en la libertad de acción absoluta no es compatible con una pandemia (…) Mi preocupación es que este comportamiento absurdo se prolongue al invierno cuando la población se recoge al interior y llegan virus como el de la gripe», apunta el doctor Mark Cullen, director del Centro de Ciencias de la Salud Pública de Stanford.

Según datos del Centro de Control de Enfermedades (CDC), el porcentaje de test positivos semanales entre los mayores de 65 años ha pasado de ser de casi el 16 % a comienzos de la pandemia a solo el 4 %, mientras que entre las personas de entre 5 y 17 años ha pasado del 7 al 11 %.

De hecho, más del 40 % de las muertes por el nuevo coronavirus en Estados Unidos están vinculadas a residencias de ancianos, donde se están tomando medidas para contener una enfermedad que el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, aseguró que se extiende entre los ancianos como “fuego en hoja seca”.

«Las políticas de salud pública tienen un importantísimo rol para controlar el número de muertes y las inequidades de salud. Aunque el número de muertes se esté reduciendo hemos visto ya suficiente para no sentirnos complacientes o ser arrogantes. Hay que estar vigilantes», explica en una entrevista con Efe la profesora de la Escuela de Salud Pública de la Universidad A&M Texas Melissa DuPont-Reyes.

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Otro de los factores al que apuntan los expertos es la posibilidad de que la detección temprana y la mejora de los tratamientos esté reduciendo la mortalidad pese a la ausencia de vacuna e incógnitas que prevalecen en la lucha contra la enfermedad.

Pese a todo, en estados como Texas las hospitalizaciones están aumentando a más de 400 diarias, mientras que el gobernador de Arizona, Doug Ducey, anunció el lunes el cierre de bares y gimnasios, en parte, porque las infecciones en la franja de edad entre 20 y 44 años se han disparado.

En opinión de Dupont-Reyes, «la extensión comunitaria entre gente más sana, como en la gente joven, puede haber resultado en un mayor número de recuperados. Pese a recuperrse, hay consecuencias para la salud a largo plazo, como discapacidad, ya que es una enfermedad que no conocemos bien. Hay que investigar más estos factores que influyen en la mortalidad».

“Puede haber también una recopilación de datos de muertes asociadas a la covid-19 incompleta. El porcentaje de fallecimientos puede cambiar según se van procesando certificados de defunción y al aplicar estándares mejorados en las definiciones”, señala Thorpe.

En ausencia de una vacuna, para Fauci «la reducción de las infecciones y la transmisión es clave» si se quiere evitar un nueva oleada de muertes este otoño o incluso este verano, algo que parece ya casi inevitable.