Por Maria G Erazo
A lo largo de nuestras vidas como emprendedor, padre, hija, amiga u otros roles que tengamos, cometemos una infinidad de errores. Muchos de estos nos llevan a mejorar, pero otros solo los cometemos tan frecuentemente que olvidamos la lección detrás de ellos. A continuación, te muestro 3 de los más frecuentes:
- Asumir que los más inteligentes o talentosos son los que son naturalmente exitosos.
A través de la historia y casos de grandes empresarios, podemos observar que no se trata de sus estudios ni lo brillante que son. Dos de los factores que más influyen en esto son la persistencia, pasión o deseo. El grado de éxito que alcances dependerá de la cantidad del deseo apasionado que poseas. Igualmente, podemos agregar que se necesita persistencia ante esto para poder ser exitoso. El éxito nunca es instantáneo, ni mucho menos un accidente. El éxito es persistencia, continuidad, desarrollo y crecimiento que lleva tiempo y dedicación.
- No querer cambiar cuando hay necesidad de cambiar.
Las mejoras suceden a través de cambios, sin embargo, muchos no ven que el cambiar es un paso que te acerca más al éxito, es muy fácil sentarse en la rutina y lo monótono sin evaluar en que cosas se pueden mejorar y transformar en mí y mis alrededores. De vez en cuando deberíamos de sacudir nuestras mentes y sacar lo negativo. Continuar cambiando no es un fin en sí mismo, sino que una herramienta para el crecimiento.
Las personas resisten al cambio porque saben que implica salirse de su zona de confort y requiere muchas energías hacer algo diferente. Reacomodar, cambiar ideas, plantear nuevas perspectivas, establecer nuevas metas y actividades, etc. Requieren mucho tiempo y esfuerzo. Es más fácil seguir con la misma rutina, pero es en ese momento cuando nos estancamos.
- Pensar que las equivocaciones siempre hay que evitarlas
“El temor de cometer errores ha impedido a muchas personas llegar a la cima.” Aprendemos de nuestras equivocaciones y podríamos agregar que una persona no puede formarse sin cometerlos o ver los errores experimentados en otras personas. Talvez aprenderíamos más de nuestras faltas si no estuviéramos tan ocupados en negar que los cometemos.
Nos avergonzamos de nuestros errores y también evitamos ponerlos vulnerablemente en la mesa. Sin embargo, el esquivarlos solo hace que perdamos la lección de vida, que este suceso nos pudo haber dado. El temor al rechazo, equivocaciones y fracaso produce que más personas cometan el peor error de todos: el no hacer nada.