Editorial por Hector Loya
Recientemente se desató la polémica en el gobierno mexicano, luego de que el periodista Jorge Ramos atacara con todo al presidente Andrés Manuel López Obrador por las cifras tan alarmantes de asesinatos y muertes dolosas en su primer año de gobierno.
El periodista realizó fuertes cuestionamientos en medio de otros periodistas y en una de las mañaneras, como suelen decirles a las conferencias matutinas del presidente.
Las cifras que comentó y presentó el periodista son preocupantes además de alarmantes, y en voz de él mismo este pudiera convertirse en el año mas sangriento de la época moderna, incluso más que cualquier año de Calderón o Peña Nieto.
No sabemos si el comparativo de la violencia de México con las zonas de guerra o países como Venezuela sean justificables pero las estadísticas están ahí, los datos también y están a disposición de la población en los portales gubernamentales, solo basta con abrir los ojos y darse cuenta que es una realidad increíblemente cierta.
Esto pareciera ser una exageración más de los medios de comunicación o un ataque más contra el presidente, pero las cifras no mienten y si no se realizan acciones concretas que vayan más allá de la creación una guardia nacional las palabras de Jorge Ramos pudieran convertirse en una realidad profética.
El pueblo mexicano permanece demasiado pasivo ante esta situación, como si nada les preocupara al respecto y con la firme convicción de depositar su confianza al cien por ciento en su presidente.
No se si eso se a lo mas conveniente, y si meter las manos al fuego por el mandatario sea lo mas prudente ya que aún es muy pronto para calificarlo como uno de los mejores presidentes de la historia.
Habrá que esperar para años próximos y que las palabras del periodista no sean tomadas como un simple ataque de un chayotero más que solo busca la fama, sino que sirvan como reflexión para que las acciones de seguridad de la población sean tomadas como una prioridad y una preocupación del presidente de la república.
No basta con ganarse al pueblo con populismos y simpatía, es deber de los gobernantes atender las necesidades y preocupaciones del pueblo con acciones plantadas sobre el suelo que muestren resultados concretos.