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Ningún trabajo es vergonzoso, lo vergonzoso es no querer trabajar

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Actualmente hay dos tipos de personas a las que les gusta trabajar y a los que no, hay cientos, no miles de personas que a diario se levantan desde temprano a trabajar y a muchos ni siquiera les agrada su trabajo, pero por sentido de responsabilidad lo hacen.

Pero hay otros que no quieren levantarse de la cama o salir de la casa porque les da vergüenza trabajar en lugares que no son de su agrado o no cubren sus expectativas, y miren que conocemos a muchos de 30 años que siguen viviendo bajo el techo de sus padres.

Actualmente nos encontramos en una encrucijada, el mundo del trabajo experimenta cambios abruptos de manera continua, los progresos tecnológicos transforman la naturaleza de muchos empleos y generan la necesidad de nuevas competencias y para responder al desafío de que las empresas deben aportar nuevas posibilidades de empleo. Pero sobresale un evidente aspecto, que las nuevas generaciones ya no quieren trabajar.

El aumento de la población juvenil en algunas regiones del mundo y el envejecimiento de la población, en otras, pueden afectar al trabajo, ya que las generaciones van cambiando y cada vez se vuelve más difícil persuadir a la juventud que trabajen de manera honesta y más si se trata de trabajos pesados.

Por una parte, hay grandes oportunidades, no solo para crear empleos, sino también para mejorar la calidad de nuestra vida profesional, sin embargo, muchos ya ni estudiar quieren.

Si no somos capaces de prepararnos adecuadamente para los próximos desafíos, nos dirigiremos hacia un mundo en el que aumentarán las desigualdades y las incertidumbres a causa de que desde temprana edad no nos inculcan la costumbre de trabajar y esforzarnos por una vida mejor.

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Y es que lo vergonzoso no es trabajar, como muchos dicen actualmente, lo que sí da pena es que no quieres trabajar porque te da vergüenza o porque no quieres o no puedes.