Por Joel Morales
El Informador
GRAND RAPIDS, MI
[email protected]
Unas 500 personas, entre ellas inmigrantes indocumentados, residentes permanentes y ciudadanos americanos, marcharon las 6.4 millas desde el parque Garfield en Grand Rapids hasta Calder Plaza en el centro de la ciudad, el lunes, 1ro de mayo, en la que exigieron el respeto, la dignidad y protección permanente durante el segundo “Un Día Sin Inmigrantes”.
La marcha, en la que los manifestantes cargaron cartelones, pancartas y banderas de países latinoamericanos, ocurrió dos días después de que la presente administración presidencial cumplió 100 días en poder, en protesta de las póliticas y retórica del mandatario.
“Soy hija de inmigrantes y he llegado a realizar que mis padres han hecho mucho por nosotros, por eso estoy marchando hoy, para apoyarlos”, le dijo Stephanie Cervantes, de Wyoming a El Informador.
Yaneth Morales, también residente de la ciudad de Wyoming y originaria de San Luis Potosí, México (ningún parentesco con este reportero), quien sostenía una pancarta con las palabras “Inmigrantes son muy trabajadores” mientras caminaba por la avenida S. Division norte de la calle Hall, dijo que su mayor miedo es ser deportada y dejar a sus hijos solos.
“Es mi miedo más grande por todo lo que se escucha y el racismo contra los hispanos”, dijo Morales. “En mi caso, si me deportan me llevaría a mis hijos conmigo, y ellos me han dicho que se van conmigo”, agregó.
Jonathan Lucas, de Guatemala, quien se arropaba con una bandera americana, dijo que estaba marchando por su familia, porque le gustaría que los legalizaran.
“¡No somos uno, ni somos cien, somos millones, cuéntanos bien!”, gritaba la gente entre otras cosas, mientras era vigilada y observada por agentes de la ley en la ruta y patrullas policiacas.
Para cuando a muchedumbre llegó a Calder Plaza a las 3:45 de la tarde, tres horas y 45 minutos después de salir de Garfield Park, otras 200 a 300 personas se habían unido a la marcha, la mayoría todavía muy emocionada y entusiasmada.
Pero no todos se quedaron contentos con que los negocios cerraran sus puertas en “Un Día Sin Inmigrantes”, diciéndole a El Informador que los participantes en la marcha no lograrían nada.
“Es bueno que marchen, pero no creo que pase nada”, dijo un hombre quien nos dijo que se llama Tony, originario de Honduras, quien llegó a la tienda de abarrotes Supermercado México en la avenida S. Division por la mañana, para encontrarla cerrada. “Cuando los negocios hispanos cierran, los americanos siguen abiertos, a ellos no les importa. En lugar de marcha, la gente debería ir a la iglesia a orar a y pedir por un milagro”, agregó.
Suleika Quintan, quien vive en la ciudad de Wyoming, también dijo que no cree que las cosas van a cambiar, “porque este presidente es muy racista, muy déspota”, dijo la mujer.
A veces la procesión de manifestantes parecía una protesta y a veces el ambiente era el de un baile, con varios hombres tocando tambores y José Amado Bustos, integrante y cantante de la banda Los Pikudos, tocaba su acordeón al deleito de los participantes.
Los participantes incluyeron a personas de todo el Oeste de Michigan, incluso a José y Modesta Pérez, originarios de San Luis Potosí y Querétaro, México, de Sparta, a 20 millas norte del área.
“Vinimos para unirnos a nuestros hermanos”, dijo José Pérez, parado frente a la escultura La Grande Vitesse en Calder Plaza. “Y para luchar por leyes más justas”, agregó.
En las ciudades de Grand Rapids y Wyoming, fue difícil encontrar un negocio hispano abierto, los que los propietarios cerraron para apoyar a los inmigrantes que en gran parte los mantienen.