Por Joel Morales
El Informador
GRAND RAPIDS, MI
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Christian Hillman, un joven de 19 años de edad de Ada, quien tenía 18 años cuando tuvo un encuentro con un hombre de 64 en la calle, el cual resultó en que el mayor de edad perdiera la vida, fue sentenciado el lunes, 24 de julio, por homicidio en el segundo grado y sin disculparse con la familia del difunto.
Cuando se le dio la oportunidad de decir algo antes de ser sentenciado en la Corte de Circuito 17 en Grand Rapids, Hillman solo guardó silencio.
Parado frente al juez George Quist, un guardia de la corte a sus espaldas y otro a su lado izquierdo, el joven apareció vestido en pijamas color anaranjado, típico de las que son dadas a personas en la prisión y no las verdes que usualmente usan los de la Cárcel del Condado de Kent.
Fue el 29 de septiembre del año pasado que Andy McFarlan regresaba a su casa después de una tarde de haber estado de pesca, al mismo tiempo que Christian Hillman conducía un motocross (todo terreno) por la avenida Whitneyville SE en la ciudad de Alto, donde ocurrió el fatal incidente de carretera donde el joven golpeó al hombre.
McFarlan, residente de Caledonia, quien sufrió varias costillas y huesos de su cara rotos y el cráneo fracturado, murió el 31 de octubre de sus heridas.
De acuerdo con el testimonio de Hillman, quien fue hallado culpable de la muerte del hombre durante su juicio el mes pasado, el hombre prendió las luces altas de su camioneta y sonaba la bocina para poder pasarle. Él se detuvo en un estacionamiento de una iglesia.
Dijo que el hombre lo siguió, se bajó de su vehículo y que luego hubo una confrontación. También dijo que McFarland lo agarró del cuello con sus manos, que fue cuando perdió el control y lo golpeó, tumbándolo al pavimento.
El lunes, más de 30 familiares, amistades y conocidos del fallecido llenaron un lado de la galería del salón de corte del juez Quist. El hijo mayor del difunto le dijo al juez que el joven le había quitado a su mejor amigo, a su compañero de pesca, a la persona que le había enseñado todas las cosas que ahora sabe, y le pidió al juez que lo castigara con todo el peso de la ley.
“Privaste a una familia de un esposo, un padre y un abuelo. Lo pateaste con botas de hierro mientras que estaba sobre el suelo en un ataque vicioso y atroz”, le dijo el juez al joven, antes de sentenciarlo a entre 22 años y medio a 100 años de prisión.
El magistrado dijo que algunos iban a preguntar por qué no le daría una sentencia de cadena perpetua y luego explicó que no era aplicable en un caso de homicidio en segundo grado, y que, si le diera esa sentencia, el joven sería elegible para la libertad condicional en 15 años.
“El mensaje aquí es que, en una situación similar, las personas no se deberían detener ni intercambiar palabras o pelear, que nada bueno va a resultar de ello”, dijo el fiscal asistente Blair Lachman, después de la sentencia. “En este caso, el joven hizo muchas decisiones malas y cometió muchos errores. Ojalá la generación más joven vea esto y piense que tiene que tomar mejores decisiones”, agregó.
Cuando se le preguntó, qué hubiera ocasionado que el joven golpeara al hombre quien le llevaba muchos años por encima, el fiscal asistente respondió: “He visto a muchos jóvenes echar a perder sus vidas. Al parecer la juventud de hoy día no entiende las consecuencias de sus acciones. La violencia de los jóvenes de hoy es muy distinta a la del pasado”.
Así como el joven entró a la corte, salió, solo mirando en dirección de sus padres quienes estaban sentados en el lado contrario.