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Tensión e incertidumbre marcan la entrada de la caravana migrante a México

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Ciudad Hidalgo (México) 20 ene (EFE).- La tensión e incertidumbre marcaron este lunes la entrada a la fuerza de la caravana migrante al sur de México, donde cientos de centroamericanos cruzaron el Río Suchiate pese a la presencia de la Guardia Nacional mexicana y tras un fallido diálogo con el Instituto Nacional de Migración (INM).

Agentes de las fuerzas mexicanas de seguridad se situaron a lo largo del río, en el suroriental estado de Chiapas, para contener a gran parte de los 5.000 migrantes de Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua, a quienes incluso golpearon y rociaron gas lacrimógeno para evitar su ingreso irregular al país.

La caravana, que partió el miércoles pasado de Honduras con destino a Estados Unidos, tomó esta medida cuando el Gobierno mexicano negó la solicitud de libre tránsito que los migrantes habían solicitado horas antes en el puente fronterizo Rodolfo Robles con una carta al presidente, Andrés Manuel López Obrador.

«Todos venimos juntos en este camino, y todos vamos a entrar juntos también. No podemos mandar de grupos en grupos porque ellos lo que hacen es mandarlos a Honduras de nuevo», expresó a Efe el hondureño Jesús García cerca del cruce.

Pese al fuerte dispositivo de seguridad, la Secretaría de Gobernación (Segob) afirmó en un comunicado que «ha actuado con responsabilidad» ante la petición de los migrantes, pero admitió que agentes federales de Migración trasladarían a estaciones y estancias migratorias quienes no acrediten una «estancia regular».

La Segob hizo eco de una carta de Carmen Yadira de los Santos, represanten en Chiapas del INM, que dijo desde el puente a los migrantes que «no era posible obsequiar positivamente su petición» porque la ley no establece una «calidad migratoria de tránsito».

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EL CAÓTICO Y PELIGROSO CRUCE

Con gritos de «al río, vamos pa’l río», los migrantes se fueron al Suchiate por temor a una deportación y tras rechazar el ofrecimiento de la autoridad de que solo las mujeres, los menores de edad y otros grupos vulnerables pudiesen entrar en grupos reducidos.

«No confiamos, confiamos en que nos pasemos todos. Toda la caravana en uno solo porque solo cuarenta no pasamos. Son mentiras», manifestó a Efe Dinorah García, una madre guatemalteca que viajaba con sus hijos junto al grupo.

La caravana entonces se dividió entre decenas que permanecieron en Guatemala por temor a la deportación, cientos que aguardan el futuro estipulado por Segob y casi 1.000 más que superaron el cerco de seguridad de la Guardia Nacional en el río Suchiate con la esperanza de llegar al municipio de Tapachula.

Se vivieron momentos de caos con la Guardia Nacional persiguiendo a los migrantes y arrestando a decenas de ellos, mientras que otros lanzaron piedras que fueran respondidas con gas lacrimógeno.

Por el momento, se desconoce cuántos han conseguido adentrarse con éxito en México, aunque de forma irregular y arriesgándose a una deportación instantánea.


ESPERANDO EL MOMENTO

Las autoridades mexicanas esperaban la llegada de los migrantes desde el domingo, pero los integrantes de la caravana decidieron postergar su entrada a México para duplicar su tamaño original, previsto en 2.500, y alcanzar hasta 5.000 integrantes, según estimaciones.

Este grupo, la primera caravana migratoria de 2020, salió el miércoles pasado de Honduras hacia la frontera con Guatemala, como parte de una caravana que se dirige hacia Estados Unidos después de una convocatoria en redes sociales.

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En octubre de 2018, miles de migrantes entraron en México para huir de la pobreza y la violencia con el objetivo de llegar a territorio estadounidense, lo que provocó tensiones entre el Gobierno mexicano y el de Estados Unidos.

Ambos países acordaron en junio de 2019 que Estados Unidos retiraría su amenaza de imponer aranceles a los productos mexicanos a cambio de que el Gobierno mexicano desplegara la Guardia Nacional en la frontera con Guatemala para frenar el flujo migratorio.

Por esta razón, los migrantes se han mostrado escépticos hacia las promesas de López Obrador, quien aseguró que hay hasta 4.000 empleos y atención médica disponible para los extranjeros en la zona sur del país.

Los centroamericanos han denunciado que estos puestos de trabajo son parte de los programas oficiales del Gobierno mexicano Jóvenes Construyendo el Futuro y Sembrando Vida, que están también en sus países de origen, justo de donde ellos huyen de la violencia y la pobreza.

El INM reconoció este domingo en un boletín que, «en la mayoría de casos», las 1.087 personas que entraron de manera regular el fin de semana para solicitar refugio o asilo, tendrán un «retorno asistido» a sus países.

«En nuestro país sabemos que no hay fuentes de empleo. No confiamos. El sábado que nos reunimos se llevaron cinco buses llenos de personas, un número de aproximadamente más de mil personas, que los enviaron para atrás. Han sido engañados», declaró a Efe el hondureño Óscar Julián, uno de los líderes de la caravana.

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