Editorial por Luis Molina
Autos destrozados, casas impactadas, postes derribados, muros de contención demolidos, heridos de gravedad y miles de muertos a causa del exceso de velocidad es el saldo que deja una sola cosa, la conducción imprudente y a toda máquina.
La realidad es que muchos en Grand Rapids y sus alrededores usan las calles para volar y no para manejar, todo esto porque toman a la velocidad muy a la ligera y no valoran la propia vida y la de los demás.
Cando alguien maneja a toda velocidad es porque simplemente no conoce de límites y la imprudencia es más grande que su razón, esto lo digo porque un sinfín de ocasiones he recibido denuncias ciudadanas en las que reportan a personas conduciendo a toda velocidad.
Y lo peor del caso es que muchos andan a toda velocidad por calles estrechas, en vecindarios donde hay niños o ancianos por las calles, mismos a los cuales pueden atropellar por sus imprudencias.
En algunas ocasiones no pasa nada, pero en otras si pasa y por manejar erráticamente es que muchos han perdido la vida o quedan heridos de gravedad enfrentándose a una dura y lenta rehabilitación y en el peor de los casos quedan hasta inválidos a causa del accidente.
Esta es una situación muy delicada, es muy común ver a los jóvenes manejando en sus autos deportivos sin el más mínimo de precaución, toman calles pequeñas como si se tratara de autopistas, y en vecindarios donde deben conducir a niveles inferiores los usan para conducir rápidamente, y si a esto le agregamos que van tomados o jugando con sus amigos, esto es la fórmula perfecta para un accidente seguro.
Las autoridades deben de poner mano dura a estas personas, deben realizarse más operativos para detenerlos antes de que se maten o maten a alguien, más por estas imprudencias y si son detenidos por esta misma causa varias ocasiones deberían retirarles las licencias o incluso guardarlos en la cárcel un buen rato para evitar que suceda una tragedia y aprendan la lección.
