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…Y EN EL CAMINO ANDAMOS

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Por Miguel Ángel / El Informador

WYOMING, MI.- Esperando que la estén pasando muy bien, aquí vamos una semana más mis amigos del informador.

Cuando la vieron viajando por todo el mundo cubriendo las competencias de Fórmula Uno para una cadena de televisión muy importante, muchos la envidiaron, suponiendo que era “el trabajo soñado”.

Y efectivamente, se trataba de una actividad que a muchos les hubiera encantado realizar; sin embargo, nadie sospecha todo lo que hay detrás de ese sueño: sacrificios, desveladas, privaciones de compromisos y festejos familiares, para entregarse en cuerpo y alma a la actividad que uno ama.

Ya lo cantó Alex Lora: “Y aunque hay personas que parece que la vida les ha dado todo; nada es de a gratis y por cualquier cosa tienes que luchar”.

Tengo la impresión de que, para crear un vínculo con su papá, quien era propietario de un taller mecánico y su pasión eran los coches, fue que se trazó una meta bien definida: convertirse en “la reportera de las carreras”.

Recién ingresada a la empresa, preparó un proyecto para cubrir la Fórmula Uno, asesorándose de personas que conocían las entrañas de la pantalla chica y de cómo se manejan esas cosas.

Cuando presentó su plan a la superioridad, no faltó quien respondiera con una carcajada, entre broma y risa, haciendo mofa de lo “ambiciosa”; pero a la vez “utópica” propuesta, sobre todo porque la principal limitante era económica.

Pero “la virgen todo lo ve” y de la cúpula del poder televisivo llegó el mandato para cubrir la incipiente carrera del Checo Pérez. Fue entonces que surgió la pregunta ¿A quién mandamos?, pues a Giselle Zarur, quien tiene un plan bastante bien orquestado.

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Por esas cosas que tiene el destino, en mayo del 2011, el Checo se accidentó en Mónaco y ahí estaba Giselle, haciendo una gran cobertura del infortunado evento y sirviendo como enlace entre el alto mando de la empresa (quienes ofrecieron todo el incondicional apoyo) con los familiares del hábil piloto Azteca, lo que le valió ganarse la confianza y reconocimiento de propios y extraños. Ella utilizó una fórmula ya probada: sembró trabajo y cosechó éxito.

Con esto tenemos que entender que el éxito no llega solo , hay que trabajar duro, llorar mucho, dormir poco y tocar muchas puertas, pero siempre habrá la recompensa, el saber que lo intentaste y que mejor que lo lograste. Para la gente capacitada, siempre sobrarán las oportunidades. Hasta la próxima y como dice aquella famosa frase: “arrieros somos… y en el camino andamos”.