Un pequeño niño estaba jugando un día con una vasija muy valiosa. Metió su mano en ella y luego no podía retirarla. Su padre también intentó ayudarlo, pero todo fue en vano. Ambos estaban pensando romper la vasija cuando el padre dijo: Vamos, hijo mío, inténtalo una vez más. Abre tu mano, extiende tus dedos tal y como lo hago yo, y entonces saca la mano.
Para sorpresa suya el pequeño le dijo: “Oh no papá. No podría extender mis dedos como dices, porque si lo hago voy a perder mi centavo”.
Esta historia tiene un importante significado para todos los que trabajamos con niños. Un niño considera lo que le rodea desde una perspectiva muy diferente de como lo hacen los adultos. La posibilidad de perder su centavo es para él más importante que la pérdida de una valiosa vasija. El niño conoce el valor que el centavo tiene para él en su vida cotidiana.
Los niños continuarán sorprendiéndonos a todos nosotros con el proceso de sus razonamientos, pero si somos pacientes y no olvidamos “sentarnos en el piso”, lograremos entenderlos un poco mejor.
“Al lidiar con un niño, no pierdas los estribos y siéntate en el piso y trata de pensar como él”.
Y ENTONCES LO ENTENDERÁS.