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LC 500. ¿De verdad que es un Lexus?

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Por: Roger Rivero

Cuando estacionas un Lexus LC 500, tienes que estar preparado para responder preguntas de los que de él te ven salir. Me ha tocado contemplar con orgullo ajeno -sabiendo que el auto solo nos pertenece por una semana- que le saquen alguna foto. También hay que estar listo para responder preguntas. ¿Un Lexus? ¿De verdad es un Lexus? Las más frecuentes de todas. La duda es esperada. Quizás hasta justificada.

Desde su creación, la marca de lujo de Toyota ha sido reconocida por fabricar autos lujosos, de excelente durabilidad y calidad de manejo. Silenciosos, cómodos y eso sí, aburridos al conducirlos. Desde hace algunos años, Lexus ha coqueteado con la idea de demostrar que no solamente fabrica autos para “la abuelita”. Uno de los primeros intentos fue el Lexus LFA, la edición limitada de un “super auto”, del cual tímidamente quizás, derive el LC 500.

Intentos más recientes han sido los RC-F y GS-F, autos potentes y divertidos de conducir, pero nada parecido al LC 500. Este auto no deja a nadie indiferente. Quien no alcanza a mirarlo a su paso, de seguro lo escucha. El LC 500 es visceral, por la vista y el sonido. Si Lexus quiere redefinirse a sí mismo como algo más que un fabricante de sedanes y crossovers de buen lujo, no puede confiar únicamente en campañas de mercadeo. Necesitaba un cupé brutal; con garras en apariencia y en rendimiento.

El LC 500 es impresionante. Es bajo y largo. Con un capó o cofre tan extendido que no pareciera real, cornisas cortas, y una brillante pintura infrarroja que pareciera peligrosa y hermosa a la vez. La rejilla frontal aquí no resulta incómoda o sobre dimensionada como en otros Lexus, flanqueada elegantemente por respiraderos de aire verticales y cortantes luces de día. Por si la aerodinámica del frente no convenciera, las largas puertas de este cupé y su bajo techo de fibra de carbono nos llevan a la más excitante de sus protuberancias; el trasero.

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La parte trasera es realmente donde sobresale el LC 500. Curvo y musculoso, es más ancho que el resto del automóvil, como si pasara buena parte del día en el gimnasio, o como si hubiese heredado la genética de las mulatas caribeñas.

El interior apela más a un gran turismo que a un auto deportivo. Es moderno y sofisticado. No esconde sus habilidades tecnológicas y artilugios electrónicos como es habitual en contrincantes alemanes. Por el contrario, los exhibe. Lastimosamente el sistema de información y entrenamiento sigue siendo tan frustrante como en otros Lexus, y la imposibilidad de conectarlo a teléfonos inteligentes agrega “sal a la herida”.

La cabina está bien concebida alrededor del conductor. Desde asientos con un balance perfecto entre firmeza y amortiguamiento, selectores de marcha (Comfort, Eco, Sport, Sport+) justo al frente a la vista del chofer, o las paletas de cambio tras el volante, construidas de magnesio.

Ponerlo en marcha es puro deleite. El estruendo de la arrancada de este V8 de aspiración natural y 471 caballos adelanta lo que está por venir. Si no te enamoras del sonido de este motor, es porque la pasión por los autos ha muerto en ti. Cuando las 398 libras pies de torque golpean las ruedas traseras, quedas pegado al espaldar del asiento, 4.5 segundos para las 60 millas. No es un récord, pero sí un excelente número para un auto pesado, y con motor de aspiración natural.

Si lo llevas a la posición de manejo Sport+, tienes que recordar que la tarea principal de sentarse tras el volante es la de conducir. Con el acelerador a fondo sientes como “culebrea”, como si ansiara devorar asfalto tal como hace un perro cuando le enseñan el hueso a la distancia. La trasmisión de 10 velocidades ayuda a una buena economía de combustible de unas 25 millas por galón en modo de manejo Eco, o 19 millas -quizás menos dependiendo de las emociones- en Sport+. Controlada por el selector de marchas de magnesio, reducir velocidades cuando las revoluciones están altas, produce un sonido rompiente del motor, que, y reitero, es imposible de no venerar.

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Toda esta lista de virtudes del LC 500, no están disponibles para el bolsillo apretado. Con precio base de $92,000 y sitiado por un paquete de rendimiento casi “obligatorio” -si es que quisiéramos disfrutar al máximo esta máquina- de otros $10,000, el precio del LC lo coloca donde algunos competidores entregan más por un costo comparable. Sin embargo, ninguno se atreve a competir con la presencia en pasarela de este Lexus.

En la alfombra roja, el LC 500 se roba la atención. Se pavonea flamantemente para dejar claro que Lexus no anda con juegos a la hora de entregar autos de rendimiento. AL LC le falta una letra en su nomenclatura…la “F”. Los autos de alto rendimiento del fabricante son acompañados por una “F” en sus nombres. Hay especulaciones de que, a finales de este año, podríamos ver un LC-F 500, con un motor totalmente nuevo de 4.0 litros en V8 y doble turbo. Mas de 600 caballos de fuerza se esperan en esta criatura.

En el escaso mundo de los coupés deportivos con seis números en el precio, la primera impresión es muy importante. El LC 500 se ve diferente a cualquier otro auto en las calles, y esto es una excelente noticia para Lexus. Quizás con el LC-F, finalmente pasemos la página para olvidar que ya Lexus no es solo el fabricante de autos para la abuelita…aunque créanme, ¡hay abuelas que se las traen!