Por: Miguel Ángel/El Informador
Wyoming,MI- Saludos una vez más, amigos de El Informador. Estaba viendo un juego de la liga Mx y me llamó la atención poderosamente la contradicción del comienzo del partido, el desarrollo del mismo y el final.
Escapa a mi entendimiento cómo es posible que la Liga MX se tome el atrevimiento de utilizar a un niño en el protocolo previo al inicio de los partidos, para que pronuncie las falsases palabras: “juega limpio; siente tu liga”, para que, una vez iniciado el encuentro, los futbolistas se dediquen a cometer una serie de tropelías que, en muchos casos, denotan la más ínfima de las calidades humanas.
Conductas aberrantes que van desde: faltarse al respeto, provocarse o insultarse, hasta: fingir faltas, engañar al árbitro o agredirse.
Lo más grave de esta situación es que, en algunas ocasiones, no solamente es solapada por el público en general y hasta por algunos comentaristas “especialistas” en balompié; sino que, llega al absurdo extremo de ser aplaudida, afirmando que determinado jugador logró su insano objetivo: “es muy vivo” o “tiene mucho oficio”.
Pero cuando ya no sé si reír, llorar o materialmente ponerme a orar, es cuando se culpa al juez de todo lo malo que puede ocurrir en el terreno de juego.
Por ejemplo, cuando un delantero se tira “un clavado” en el área enemiga y logra que el árbitro “muerda el anzuelo” decretando la pena máxima, todos, absolutamente todos hacen cera y pabilo del silbante tachándolo de incompetente, en el mejor de los casos o de tendenciosos y otras linduras, en el peor de los casos; pero nadie califica al “clavadista” de tramposo. Toda esta problemática no me parece un asunto menor, porque no sé en dónde vamos a parar. Fue de pena ajena ver cómo Pedro Caixinha y Nahuel Guzmán se faltaban al respeto públicamente, intercambiando burlas y descalificaciones durante la rueda de prensa, demostrando de qué están hechos.
Del mismo modo fue lamentable atestiguar el grotesco espectáculo brindado por los futbolistas del Toluca y de las Chivas el pasado domingo en La Bombonera. Alfredo Talavera haciéndose expulsar por insultar al colegiado, tardándose más de cinco minutos en abandonar por fin la cancha, para luego pretextar: “solamente le dije cabrón” ¡No!, pues felicitaciones.
O a Rubens Sambueza exagerando de manera vergonzosa las provocaciones y acometidas de los elementos del Rebaño Sagrado ¿No les dará vergüenza que sus hijos los vean protagonizando tan tristes incidentes?
Ya no apelo a la educación que deberían de mostrar como ejemplares deportistas, les reclamo por lo menos el profesionalismo que le deben al público que paga su boleto no para verlos reñir; sino, para verlos jugar al futbol.
Yo pensaba que nuestro querido deporte podría ser, con su ejemplo, el crisol en donde se forjaran los jóvenes futuros estrellas. Sin embargo, dicha posibilidad se antoja cada vez más lejana; toda vez que, el balompié se ha convertido en… un juego de tramposos. Nos leemos la próxima y recuerden, «Fuerza sin maña, mucho rompe; y maña sin fuerza, poco tira».