Melquisedec Polanco El Informador
Un asunto que cada año quita la vida a 200.000 personas es el consumo de drogas. Un negocio que genera millones de dólares a costa de la vulnerabilidad de los seres humanos.
Unas cifras aterradoras que invitan a la reflexión, a pensar y meditar sobre los programas de prevención, tratamiento y rehabilitación. Resulta inadmisible cómo las drogas roban infancias, destruyen familias y anulan historias aún por escribir.
Las drogas provocan una dependencia, conocida como síndrome de abstinencia que es de tipo física y psicológica. Las drogas aparte de sus efectos secundarios tienen un precio muy elevado lo que acarrea problemas familiares, personas que se arruinan o acaban en la delincuencia para conseguir el dinero.
Pero de nada sirve anclarse en el dato y mirar hacia otra parte. La filosofía ha de convertirse en teoría, y ésta en hechos. Hemos de actuar, y cuanto antes.
Hay que combatir el problema que hay en las calles, de la venta ilegal, del narcotráfico que a diario ponen en las puertas del país la droga, que además de ser ilícita solo engorda los bolsillos de los grandes carteles de la droga y enseña a las nuevas generaciones que el mundo del narco y las drogas se apodera de las naciones.
Se necesita que aprueben normas que endurezcan este tipo de hechos, cambien la ley, que los gobiernos sean intransigentes con la gente que gana con la desgracia del prójimo. Porque ahí, en el negocio, es donde está el germen, la basura y la porquería de la sociedad.
Estados Unidos, a pesar de que es una potencia mundial, las calles están llenas de drogas, de jóvenes destruidos y de futuros inciertos a causa de la droga.
Da igual si es coca, éxtasis o LSD, es nuestro deber ayudar y aportar, intentar erradicar esta lacra que un día puede llamar a nuestra puerta. Seamos conscientes, eduquemos en valores y tengamos compromiso social.
